Historia del olfato

Historia del olfato

Historia del olfato

Podemos observar que en la actualidad la mayor parte de nuestra cultura se desarrolla a través de la percepción visual.

Por ello, las formas de percibir el mundo en un día común son prioritariamente visuales: en el trayecto al trabajo miramos grandes anuncios que nos invitan a comprar, trabajamos frente a las pantallas de computadoras, nos comunicamos a través de celulares que privilegian la vista y, al regresar del trabajo, miramos la televisión para descansar.

En nuestro lenguaje cotidiano empleamos términos que aluden a la vista como el sentido que percibe lo indiscutiblemente real; por ejemplo, lo evidente. Sin embargo, no en todas las épocas las sociedades le dieron tal primacía ala vista por sobre los demás sentidos.

El historiador Alain Corbin desarrolló un estudio fascinante sobre el olfato y los olores. Para él una aproximación al olfato es un acercamiento a la sociedad, a las imágenes, la cultura y los comportamientos de la época.

Su estudio forma parte de la Historia de la percepción, en la que destacan otros historiadores como Lucien Febvre.

Partiendo de una investigación exhaustiva, Alain Corbin narra en su libro escrito en 1982, El perfume o el miasma: El olfato y lo imaginario sociales siglos XVIII y XIX, la importancia del olfato para la sociedad francesa del siglo XVIII.

Sobre la pudrición
Corbin considera que lo podrido generó ansiedad colectiva en aquella época. Dicha ansiedad se manifestó, entre otras cosas, en la proliferación de estudios sobre la pudrición.

Estos estudios tuvieron en común alertar acerca del daño que el aire infecto, el calor y la humedad pueden ocasionar a los cuerpos.

Esta casi afición por lo podrido da cuenta de la fuerte sensibilidad olfativa de una época. El autor considera que esa “ansiedad” que los males del aire ocasionaba formaba parte del temor hacia la imposibilidad de “asir el ser”, el ser es volátil al igual que el aire.

¿Qué nos enferma?
En la época estudiada por Corbin, el aire infecto de las cloacas, pantanos, cementerios, cárceles y hospitales era considerado la causa de la desorganización de los órganos internos del cuerpo, lo que generaba la pudrición y la enfermedad, como el escorbuto.

La vía que utilizaban para conocer si un cuerpo era sano o enfermo era el olfato. Sobre la base de esta división de lo sano y lo malsano se desarrolla en la sociedad francesa lo que el autor denomina “vigilancia olfativa”.

Esto genera el despliegue de un ordenamiento olfativo de la ciudad que divide los lugares sanos (espacios abiertos y ventilados), de los espacios infectos (hacinamientos, vapor o putrefacción).

El olor como indicio
Alain Corbin detalla que aquella sociedad consideraba que el olor de cada persona se encontraba en relación con su edad, profesión y el estadio de su sexualidad.

Las personas tristes, por ejemplo, no tenían ningún olor, y las religiosas y monjas, por su parte, exhalaban un olor dulce. La destrucción interna del individuo (física y moral) era percibida a través del olfato y no de forma visual.

Sus fuentes
Uno de los principales retos a los que se enfrenta la historia es que existan suficientes fuentes para investigar determinados hechos. Alain Corbin recurre a documentos de la época para la reconstrucción de la sensibilidad olfativa.

Estudia el olfato a través de disertaciones, memorias, ensayos y tratados, como el Traité des sensations et des possions en général et des sens en particuilier, escrito por Nicolas Le Cat en 1767, o la disertación sobre los efectos del cuerpo humano escrita en 1754 por Boissier de Sauvages, entre muchas otras fuentes documentales.
En la segunda mitad del siglo XIX aparecieron las teorías de Louis Pasteur, que ubicaron como causa de las enfermedades a los microorganismos, tales como bacterias, virus y hongos.

Por lo que tenemos dos respuestas a la pregunta sobre la causa de las enfermedades: 1) teorías del miasma de la segunda mitad del siglo XVIII y 2) teorías de Luis Pasteur en la segunda mitad del siglo XIX.

Si pensáramos en la historia como una línea del tiempo, ubicaríamos en un primer momento las teorías del miasma y posteriormente las explicaciones que brinda Louis Pasteur.

Sin embargo, podríamos considerar que es probable que ambas perspectivas sobre las causas de las enfermedades hayan convivido durante largo tiempo. Incluso podríamos identificar en nuestras creencias actuales algunas ideas acerca del peligro del aire y sus efectos negativos sobre la salud, las cuales seguramente formen parte del conocimiento común.

Corbin nos invita a hacer no solamente una historia de los aciertos de la ciencia, sino también una historia de los errores que constituyen fuente de conocimiento del pasado y que nos permiten arrojar luz sobre nuestro presente.

Causas del mal

— Microorganismo
Estar enfermo hasta los aportes de Louis Pasteur, el químico, físico, ? matemático? y bacteriólogo francés, podía ser estar afectado de miasma, que no era otra cosa que un efluvio dañino que se le atribuía a los cuerpos enfermos.

*Por LETICIA BELÉN TREJO

(ASESORA DE INVESTIGACIÓN DOCUMENTAL)



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