El seductor arte de narrar

El seductor arte de narrar

El seductor arte de narrar

Emilia Pereyra

¿Por qué la narrativa es un arte? y ¿por qué es insustituible la palabra, ese extraordinario recurso para la comunicación?

La narrativa cuenta una “historia”, destinada a ser leída, lo que implica que cuando es concebida se piensa en un destinatario, que juega un papel preponderante, porque puede empequeñecer o engrandecer la propuesta literaria a partir de sus marcos de referencias, gustos y hasta estados de ánimo.

La narrativa incluye subgéneros populares como la novela, el cuento y el relato, que proyectan entornos, hechos y relaciones cambiantes, expresadas a través de acciones vividas por ciertos personajes en tiempos y espacios determinados.

El arte tiene una finalidad estética y comunicativa, a través de la cual se expresan ideas, emociones y una visión del mundo, mediante diversos recursos.

Por ende, el arte no sólo satisface los sentidos.

También colma el alma de satisfacciones y renueva el espíritu. Por esa razón nos conmovemos ante una obra pictórica, una escultura, una pieza musical, una danza, un poema, una novela, un relato, una película realizada con exquisitez o una obra teatral.

En el caso de la narrativa, las materias primas fundamentales son la palabra y la imaginación, la creatividad que en cada escritor o escritora es única, peculiar y distintiva.

El relato, la novela o el cuento deben expresar de forma estilizada acontecimientos reales o imaginados, para lograrlo no sólo se deben conocer las técnicas narrativas.

Hay que poseer un rico vocabulario y una amplia cosmovisión. Es necesario estructurar artísticamente la obra, dotándola de armonía, fuerza, belleza y de un estilo original.

Como todo producto artístico, las obras narrativas están sometidas a controversias y cuestionamientos, situaciones que se han dado a lo largo de la historia literaria.

Una buena obra narrativa debe comunicar con eficacia, conmover, despertar emociones y activar el pensamiento. Por supuesto, debe provocar placer estético y proyectar un universo literario complejo, variopinto, atrayente, provocador y sobre todo persuasivo y seductor.



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