Si hacía falta alguna comprobación de que Macondo nos queda corto, es la narrativa según la cual nuestro país padece de un exceso de autoritarismo gubernamental y que se encamina hacia una dictadura. No por rosca-izquierda, pero ¿acaso no tiene más sentido que es todo lo contrario?

En un régimen autoritario las libertades individuales están subordinadas al Estado, un poder central impone su voluntad y el imperio de la ley es inexistente.

Sin embargo, aquí cada ciudadano ejerce su libertad hasta el libertinaje, según vemos en el tránsito, los medios, las evasiones fiscales y otros delitos, la mansa anarquía que corroe casi todo.

La ley impera, quizás deficientemente, en los tribunales, pero tanto que al Presidente se le dificulta decidir modificar la Constitución, algo legal que todos sus antecesores han hecho.

Si nos leváramos de los medios, hay una crisis enorme, pero quizás sólo en la cabeza de quienes han armado ese revolú. Creo que el dime y direte en Twitter, radio, televisión, prensa impresa y digital, refleja más temores que realidades.