Ya Dios le dio la visa a Juan Balbuena

Ya Dios le dio la visa a Juan Balbuena

Ya Dios le dio la visa a Juan Balbuena

Rafael Chaljub Mejìa

Me mandó a decir Tatico/ que me esperaba allá arriba/ porque él me necesitaba/ pa que tocara la güira/… y yo le dije: Muchacho/ no te vayas tan de prisa/ que yo me voy pa allá arriba/ cuando Dios me de la visa.

Esos versos son parte de un merengue lleno de humor, compuesto por Juan Balbuena “para espantar la muerte”.

La última vez que me visitó, me dijo: Copie estas letras que no quiero que se pierdan.

El componía sus canciones silbadas, porque el instrumento que tocaba era la güira y por eso no pude conservar la melodía.

Balbuena acaba de morir. El pasado lunes 27 de marzo falleció en Santiago y aunque el mundo intelectual y artístico ignora la dimensión del personaje que se ha ido, lo cierto es que el merengue, patrimonio intangible de la humanidad, está de luto por la pérdida de uno de sus más productivos compositores. Juan Balbuena Melo nació en Arroyo de Leche, Puerto Plata, en 1937, le aportó al merengue típico una incontable cantidad de composiciones, muchas de ellas himnos obligados de todos los conjuntos y todas las fiestas típicas.

Desde muy joven se casó con la música. Adoptó un estilo muy personal de tocar la güira. Tuvo una vida muy variada. Agricultor, cortador de caña, peón de camión, albañil, sereno.

Esto le permitió conocer mejor la sicología de su pueblo y ese conocimiento se traduce en las letras de sus merengues.

En 1964 entró a tocar con Bartolo Alvarado, y el propio maestro Alvarado reconoce que fue Balbuena el que más merengue le incorporó al repertorio de su agrupación. Yo le hacía tres trabajos a Bartolo, me dijo una vez Balbuena. Le componía, le cantaba y le tocaba la güira.

En los últimos tiempos el ya viejo compositor entró en visible decadencia, caminó sin descanso, buscó sus amigos, gestionó pagos por derechos de autor que nunca fueron suficientemente retribuidos. Y al fin, perdió la batalla que todos perdemos contra la muerte.

En una de sus composiciones, hace un llamado ferviente. ¡No dejen caer el merengue! Sus primeras letras dicen: Le estoy cantando a mi pueblo/ a mi pueblo que me entiende/ si la cosa sigue así/ dejarán caer el merengue…

Les pido a mis compañeros/ los que tocan acordeón/ no dejen caer el merengue/ que esa es nuestra tradición.
¡Hasta siempre, “Viejete”!.



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