Si finalmente el recién juramentado gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, logra su objetivo de campaña -comprado por el 42 % de los votantes boricuas- de convertir la isla en el estado 51 de los Estados Unidos, dejo algunas preguntas en el aire: ¿qué pasará con la tradición del deporte puertorriqueño?

¿Participará como estado libre o como parte de la estadidad de las estrellas? ¿Y la bandera? ¿Y los puertorriqueños formarán parte de los seleccionados gringos? ¿Qué pasará con el espectacular boxeo profesional lleno de campeones? ¿El legendario baloncesto que le ha sabido ganar a USA? ¿El bien jugado béisbol?

¿El reluciente voleibol? ¿Y la medalla olímpica de Mónica Puig? ¿Y la participación en los Juegos Centroamericanos y del Caribe? ¿En los Panamericanos? ¿Y el Clásico Mundial de Béisbol? ¿Y el COPUR?

¿Desaparecerá la insignia Puerto Rico en las coloridas franelas borinqueñas? Se sabe que es un proceso largo, repleto de pros y contras, negociaciones a granel, económicas, sociales, históricas, claro, el deporte incluido… ¡Ay bendito, nene!… ¡Nos pechamos!