En estos días dos actividades deportivas le dieron al país grandes alegrías, y lo más importante, demostraron que somos capaces de conseguir logros más allá de lo que nosotros mismos nos creemos capaces.

Como dijo recientemente el padre Luis Rosario en uno de los Coloquios de EL DÍA, República Dominicana es mucho mejor de lo que dicen los dominicanos.

Y es que al parecer grupos sociales que por décadas han vivido rumiando sus frustraciones quieren hacer ver y sentir al pueblo dominicano como miserable, perdido, sin remedio, abatido, resentido, perverso y ruin.

En cierta medida han logrado que un segmento de la población se perciba así, falsamente.

El dominicano es un pueblo noble, trabajador, solidario, alegre, emprendedor y generoso. Así lo demuestra cada vez que las circunstancias lo requieren, aún frente a aquellos que cierran los ojos para luego sacar las uñas.

El tenista Víctor Estrella y la selección nacional de baloncesto llegaron mucho más allá de lo que se esperaba, pero la lección es que ellos sí estaban confiados en que podían avanzar esos peldaños.

En ambos casos el país se colocó entre las potencias, a pesar de muchos que en el patio suelen apostar al fracaso de lo nacional.
Los dos casos en cuestión, y muchos otros más que se pudieran señalar, son el resultado del trabajo tesonero y de la capacidad de vencer obstáculos.

Víctor Estrella y la selección de baloncesto son el reflejo del pueblo al que ellos pertenecen.