Un callejón sin salida

Un callejón sin salida

Un callejón sin salida

Roberto Marcallé Abreu

Existe un criterio bastante unánime, en el sentido de que el país confronta un momento de extrema intranquilidad. Por eso, es esencial conducirse con la debida prudencia. Una actitud desbordada, inconsciente o irresponsable podría arrastrarnos a un callejón sin salida.

Es preciso que el caso Odebrecht sea administrado con transparencia y firmeza. Los estamentos judiciales responsables, es natural, confrontarán sectores y grupos de índole diversa.

El objetivo debe ser la preservación del país, e impedir o disminuir la ocurrencia de actos dolosos. Quienes nos han degradado, sin que importe su aura o ascendiente, deben saber que su futuro es nebuloso.

Las instituciones deben conducirse con serenidad, mesura, diligencia. Quienes demandan el cese de la impunidad y castigo para los depredadores deben proceder con sabiduría.

En un momento en que se cuestiona el trasfondo espurio de las organizaciones políticas, dejar a la sociedad sin voces autorizadas es un grave peligro. Cerremos las puertas a la anarquía.

Las autoridades no deben paralizarse o aislarse. La incomunicación es una falla grave y absurda. Es buen momento para asumir iniciativas: poner en marcha un concepto renovado de la edificación de la infraestructura destruida por el desbordamiento de los ríos, combatir sin tregua la deforestación, dotar de viviendas decentes a las personas afectadas sin intermediarios viciosos, revisar el costo de la vida, incrementar los ingresos y disminuir las cargas de la clase media, mejorar las condiciones de vida de la población más desprotegida, tomar medidas severas contra el endeudamiento externo y la depreciación de la moneda.

Repatriar miles de haitianos ilegales que afectan la seguridad ciudadana y distorsionan el mercado de trabajo, reestructurar la lucha contra el crimen, frenar los abusos contra la ciudadanía, prestarle atención a las demandas de los barrios.

Hay que posponer la aplicación de leyes como la de tránsito, que ha venido no a resolver un problema sino a castigar e irritar a un conglomerado hastiado de tantos desafueros. Insisto: Hay que orientar el esfuerzo a reorganizar racionalmente el país.

Es imprescindible que se fortalezcan los equipos periodísticos de investigación, hacer énfasis en la publicación de trabajos consistentes sobre las inconductas oficiales y privadas, erradicar el contubernio, el encubrimiento, el tratamiento dócil ante los intereses creados, vigilar la administración de justicia.

Las crisis, adecuadamente gestionadas, acentúan la grandeza de los pueblos y su capacidad para corregir males históricos. Atraer dificultades como las que castigan a Puerto Rico, Venezuela, México y Haití, es incongruente.

La sensatez y una clara visión hacia el futuro, el reordenamiento institucional, el enfrentamiento de la corrupción sin tregua, la preservación de la paz, el rescate de las mayorías marginadas y una correcta administración de los recursos que incrementen los avances deben ser nuestro norte.



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