Sobre la sentencia del TSE

Sobre la sentencia del TSE

Sobre la sentencia del TSE

La sentencia del Tribunal Superior Electoral #TSE 015-2018 estableció la ruta a seguir para que, en mi condición de militante del PRD, pueda organizar y/o estimular charlas, intercambio de ideas y debates alrededor de ámbitos esenciales de la vida nacional dentro de los locales.

Ahora bien, todos los incidentes presentados para impedir que tres intelectuales como Andrés L Mateo, Diógenes Céspedes y Rafael Toribio participaran en un foro, titulado Autoritarismo y Partidos Poliíticos revelan el drama de mi organización y la fase de regresión ideológica de un partido con 79 años de vida.

Ya envié la carta formal, junto a los compañeros que integran la corriente «Por El Rescate del PRD» para tocar todos los escalones que la sentencia establece, tendentes a formalizar la solicitud. Así se cubren las formas de una legalidad que tiene un verdadero trasfondo porque una organización con diez años con su escuela de formación política cerrada debería celebrar cualquier esfuerzo formativo capaz de ampliar el conocimiento y destrezas de sus miembros.

Desafortunadamente, el PRD regenteado por el grupo de compañeros que administran sus siglas, afanados por las “ventajas” del pragmatismo invierten demasiado tiempo en las prácticas que sirven de materia prima para el descrédito de un sistema de partidos, sin referentes ideológicos y totalmente ausente del debate de las ideas.

Antes, aunque las pasión grupal desdibujara la esencia de la organización, las desavenencias entre Almonzar G. Canahuate, Ivelisse Prats, Fulgencio Espinal, Hugo Tolentino, Milagros Ortiz, Tony Rafúl, Amaury Justo y Franklin Franco hacían atractivo el partido a la franja de intelectuales que, en coyunturas especiales sumaban su pensamiento y peso en la sociedad al esfuerzo en la búsqueda del poder.

Además, esos talentos fortalecían el discurso programático del PRD. Y todo ese puente entre la sociedad y la organización era posible porque existía una organización que agitaba frecuentemente los talentos y capacidades más allá de las fronteras partidarias.

El achicamiento del PRD tendrá muchas razones, pero en la medida que los rostros asociados a la administración de las siglas sean asumidos por la sociedad como clásicos beneficiarios de las ventajas derivadas de su jerarquía organizacional y sus relaciones con negocios públicos, estamos profundizando el desdén de la gente respecto a la opción partidaria.

Y la verdad oculta que pretende torpedear todo esfuerzo de formar, debatir y crecer intelectualmente como tarea política dentro del PRD está relacionada con el interés de desconectar las bases con el pensamiento crítico y cuestionador.

Resulta irónico: así como cerramos la escuela de formación, “abrimos” las compuertas para los negocios que desarrollan dirigentes utilizando la plataforma PRD.

Lamentablemente, suplen al gobierno, tienen empresas recicladoras de basura, construyen funerarias municipales, sus compañías de canastas navideñas venden millones de pesos, fumigan en los municipios controlados por alcaldes del partido y obligan a compañías constructoras privadas a “usar” la empresa del incumbente municipal en trabajos a cambio de la aprobación en la sala capitular.

Afortunadamente, no son todos. Ahora bien, ese tinglado se ha ido edificando bajo el criterio de que “eso es normal”.

Y en la actual coyuntura, resulta importante abrir el partido. Lo injusto es que los que se resisten a que las ideas fluyan lo hacen por una concepción patrimonialista del PRD, puesto que su “vigencia” y “razón” de ser anda asociada a mantener la organización distante de los requerimientos y parámetros que demanda la sociedad de hoy en día.

Las voces críticas “lejos”, la educación del dirigente postergada para arrodillarlo con un “empleo” y toda noción de avance y promoción aspiracional no se relacionada con los talentos sino con la genuflexión frente al amo de turno.

Andrés, Diógenes y Rafael constituyen un lujo. Eso lo entendía y estimulaba José Francisco Peña Gómez. Por eso, volveré con la solicitud, convencido de los futuros incidentes para posponer lo que parece ser una arma de peligrosidad en los administradores de las siglas del PRD: la formación política.

*Por Guido Gómez Mazara



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