Lo bueno y lo malo

Lo bueno y lo malo

Lo bueno y lo malo

Hugo López Morrobel

Los fanáticos son altamente pesimistas, no saben enfrentar ni asimilar situaciones complicadas, ven que el mundo se les cae encima, aunque estadísticamente sus equipos favoritos, todavía tengan posibilidades de escalar mejores posiciones.

Esa podría ser, y al parecer es, la filosofía del fanático, que como lo dice la palabra, es una persona que defiende una creencia o una opinión con pasión exagerada, desmedida e irracional, por lo que irrespeta olímpicamente las creencias y opiniones ajenas

Pero para muchos ser fanático tiene un sabor agridulce, porque saborean las victorias hasta más no poder, y sufren los reveses con dolor extremo.

Cuando Tigres y Leones estaban ubicados en las últimas posiciones del torneo, cuando todo parecía, de acuerdo a la visión de sus seguidores, que había muy poco que hacer, sostuve que la desesperación cundía sin razones lógicas, porque todavía faltaba más de un tercio del calendario regular.

Ahora que la situación de ambos equipos ha variado sustancialmente, todo lo dicho y hecho quedó en el olvido. Eso demuestra que no todo es malo en el hecho de ser fanático, aunque todos los extremos no son aconsejables, en especial para la salud mental.

El retiro de Cotto

Habría que analizar muy bien la trayectoria de todos los boxeadores boricuas, muchos de ellos extraordinarios, para saber a ciencia cierta cuál se podría ubicar como el número uno, pero la realidad es que Miguel Cotto, quien lamentablemente se retiró con una derrota ante Sadam Alí por decisión unánime el pasado sábado, debe estar entre los dos primeros.

Los boricuas deben estar orgullosos de la historia que escribió Cotto durante muchos años, en los que conquistó cuatro títulos mundiales en diferentes divisiones.

Cotto tomó la mejor decisión en irse a casa, dado que el sábado se notó muy lento, falto de remate y escasos movimientos laterales, lo que aprovechó su rival para vencerlo.

Sin embargo, Cotto deja un muy buen legado, que debe llevarlo directo al salón de la fama en Canastota, Nueva York.



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