Si uno de los objetivos perseguidos por la llamada Marcha por el Fin de la impunidad fue motivar al presidente Danilo Medina para que le ponga seria atención al necesario combate contra la corrupcion administrativa y su consecuente castigo, podría decirse que el mismo constituyó un logro.

Una verdadera movilización de masas se produjo en todo el país, en reclamo de un cambio de conducta civil, tanto de parte del Gobierno como de los gobernados.

Es de esperarse que ese ritmo civilizado perdure en lo adelante y no se contamine por la acción de los malvados, que siempre aparecen, sino que el mismo se vea bien recibido por todos los buenos dominicanos.

Compete ahora al Gobierno corresponder con respeto y buena fe al reclamo de buena parte de la población que aspira a que el conglomerado nacional supere nuestras falencias y retrancas.

La pelota está ahora ¿de cuál lado? Eso todavía está por verse.