El silencio del Cardenal

El silencio del Cardenal

El silencio del Cardenal

Por muchos años hemos estado atentos a las opiniones, reflexiones y a la participación activa del Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, quien también es el arzobispo de la Arquidiócesis de Santo Domingo, pero en lo que va de año se le ha visto y sentido muy poco, incluso, es notoria su ausencia en eventos importantes de la curia.

Independientemente de las valoraciones religiosas y políticas que muchos dominicanos puedan tener o pongan de manifiesto, hay que estar de acuerdo en que López Rodríguez, en su prolongado desempeño, nos ha librado de grandes problemas de injerencia foránea, de confrontación interna y hasta de gobernabilidad, debido al respeto ganado con ese accionar.

Sabemos que figuras decididas y con marcado acento patriótico como el Cardenal no son agradables a muchos intereses, sobre todo, a los capitales espurios y a las políticas intervencionistas y denigrantes contra la patria legada por Duarte, Sánchez, Mella y Luperón.

No quiero ni siquiera pensar que ese hombre fuerte, valiente, asertivo y criollo, se haya dejado vencer por quienes han querido hacer de este país un patio para jugar golf, un lavadero o un recipiente de fortunas dudosas, no importa su procedencia o bolsas en que hayan llegado.

La voz del Cardenal debe regresar y ayudarnos a tratar de mejorar un poco lo que ha sido dañado por los malos dominicanos cómplices o corresponsables de los grandes daños que padecemos, ya sea por comisión o por omisión.
Si les dejamos el país a los que vienen y quieren imponerlo todo. Si les dejamos la nación a quienes solo la quieren para hipotecarla.

Si les dejamos la nación a los que llegan como Pedro por su casa desde donde no los quieren, a ser dueños y señores aquí, entonces hay poco que hacer y sólo nos queda el indetenible rumbo hacia el abismo social, económico y político.

Muchos dominicanos, incluyendo a quien suscribe, están a la espera del regreso del Cardenal con sus verdades y con su defensa valiente de la dominicanidad y el patriotismo, responsabilidad que muy pocos colocados en los más elevados escenarios se han atrevido a ejercer. Nicolás, usted hace falta.



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