El hombre ámbar y rey del larimar

El hombre ámbar y rey del larimar

El hombre ámbar y rey del larimar

Rafael Chaljub Mejìa

Jorge Caridad es un hombre laborioso y fajador, nacido de las mismas entrañas del pueblo y gracias a la consagración con que se ha dedicado a su oficio, es hoy un reconocido empresario.

Lo recuerdo como el joven artesano que, en el hoy desaparecido mercadito del barrio San Antón, trabajaba con el ámbar extraído de las entrañas de las cordilleras dominicanas.

Tomaba la piedra bruta de ese material fósil y la convertía en joyas, que eran vendidas por él mismo en el mercado capitaleño.

Así, con sus propias manos, las forjaba con paciencia y concentración de orfebre, con arte y delicadeza, golpe a golpe y detalle a detalle. Entonces el ámbito de su actividad y la clientela eran pequeños.

Pero con espíritu de superación y venciendo mil dificultades, subiendo un escalón tras otro, ahora encabeza una importante empresa que tiene como uno de sus componentes más sobresalientes el Museo del Ámbar, en pleno corazón de la Ciudad Colonial.

La fortuna lo favoreció y se casó con una mujer del temple y el corazón de doña Arelis y esa ha sido una de las razones del éxito.

Ese museo y su creador son nombres comunes a turistas y empresarios del mundo. Jorge también trabaja y comercializa el larimar, piedra preciosa que, según oigo decir, solo se obtiene en el subsuelo dominicano.

Así, cuando se piensa en ámbar o en larimar, la gente automáticamente asocia esos dos nombres con el del dominicano que las ha hecho más famosas en nuestro país y el exterior.

Jorge no descansa, regenta personalmente su empresa y a veces parece multiplicarse para estar atento a todo lo que se relaciona con ella.

Se ha vuelto un teórico de esos asuntos y ojalá escuche mi consejo y escriba su experiencia, porque en esa experiencia personal está en gran medida la historia del ámbar y del larimar dominicanos.

No es un empresario encerrado en su propio mundo, sino que en torno suyo hay toda una importante labor social.

Fuentes de empleo para muchos hombres y mujeres, escuelas fundadas por él a disposición de jóvenes que por centenares han pasado por ellas para aprender la forma de serles útiles a la sociedad; apoyo a las actividades culturales y deportivas de la zona y para completar, una mano siempre tendida a la amistad y la buena relación con sus semejantes.



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