El ejemplo arrastra

El ejemplo arrastra

El ejemplo arrastra

Altagracia Suriel

Un conocido refrán de la sabiduría popular dice que el ejemplo arrastra. Nada más cierto, el ejemplo arrastra, el buen ejemplo y el mal ejemplo también.

El horror que vimos esta semana es prueba de ello: una niña de cinco años violada y asesinada por dos adolescentes y un niño.

El adolescente de 16 años que encabezó la comisión del hecho estaba fuera de la escuela por problemas de conducta y adaptación social. La prensa reseñó que su padre cumplía condena por tráfico de droga.

Nada causa más estragos que el mal ejemplo. Ese monstruo que hoy condena la sociedad y la ley, y que sin el más mínimo reparo violentó otra vida y acabó con ella, no recibió más que el ejemplo de la violencia. La interiorizó y la llevó a práctica en su forma más extrema. Su acción ejemplificó el mal que le enseñaron como forma de vida y socialización.

Nadie puede dar lo que no tiene. No se le puede pedir peras al olmo. Albert Einstein decía que dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás, sino la única manera.

La sociedad está llena de malos ejemplos. Las familias ni se diga. Si continuamos así seguiremos presenciando violaciones, muertes, feminicidios y toda clase de horrores. Los niños y los adolescentes hacen lo que ven hacer a los adultos.

Los padres y madres somos la fábrica de ciudadanos responsables y de bien para sociedad o de antisociales.
Las decisiones buenas o malas que tomamos y las acciones de nuestras vidas nos marcan a nosotros, a los hijos e hijas y a la sociedad.

Si sembramos vientos cosecharemos tempestades. Montesquieu decía que los malos ejemplos son más dañinos que los crímenes.

El buen ejemplo es la única educación que podemos dar y lo más eficaz. No hay otro camino.
Si queremos menos violencia, seamos nosotros la paz de nuestros hogares y del país.



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