El Duarte racista

El Duarte racista

El Duarte racista

Manolo Nova

El alcalde de NY, siempre puntual cuando de mortificar a República Dominicana se trata, mantiene sobre el tapete lo referente a la estatua de Juan Pablo Duarte, patricio dominicano, acusado de racista por quienes solo les falta acusar también a DIOS de semejante bajeza.

Oh Dios, perdónales.

Ellos no saben a quién acusan. Son esclavos de sentimientos fundados en errores. Mira en síntesis, Padre Santo, el pensamiento de tu hijo Juan Pablo: “Los blancos, morenos, cobrizos, cruzados, marchando serenos, unidos y osados, la Patria salvemos de viles tiranos, y al mundo mostremos que somos hermanos”.

Canto que desarma a quienes buscaron y aún buscan ofender a la patria dominicana. Canto unificador, limpio y totalmente exento de racismo.

Canto que fomenta amor entre los Hijos del Hombre, sin que a la fecha nadie haya podido darle el más remoto mentís.

Pero la constitución de Haití, país acusador, sí que fue desde el principio crudamente RACISTA, pues establecía de modo expreso que ni blancos ni mulatos podrían tener nacionalidad haitiana, ni podrían ser autoridad en Haití.

No olvidemos que solo por ser blancos, Haití mató a todos los franceses que encontró en sus predios.

E invadió catorce veces el oriente de la isla, en donde igualmente degolló niños, mujeres y ancianos por el hecho de ser blancos. ¿Quién es racista pues?

¿Qué es lo que busca Haití? Lo de siempre: tomar para sí a la República Dominicana, no importa cómo, si mediante invasión silente, o recurriendo a subterfugios, o argumentando mentiras. Últimamente han promovido una sospechosa “conmiseración” y un hipócrita “humanitarismo”.

Y alegan que su fusión con la República Dominicana es imprescindible para preservar la paz. Para ello han puesto disparates en bocas del Secretario de la ONU y del Secretario de la OEA sin que ninguno haya podido presentar derechos ni razones atendibles.

No han faltado seudotécnicos alegando que la densidad poblacional de Haití, de alrededor de 400 personas por km2, obliga a ese país a buscar espacio en aras de una vida digna.

No obstante, los haitianos no piensan que, aunque República Dominicana pudiere ayudarles, su problema es básicamente suyo y que son ellos quienes deben concentrarse en hallar posibles ubicaciones alternas que no sea solamente la parte oriental de la isla.

África, por ejemplo, su continente cuna, tiene una extensión territorial de 30,044,150 km2 y acoge a 54 naciones, de las cuales 46 son más grandes que Haití, desde duplicarlo hasta centuplicarlo. La densidad poblacional de 39 de esos 54 países es de solo 39.75 habitantes por km2, o sea, diez veces menor que la haitiana, pero Haití no ve oportunidades en ello, pues lo que quiere es lo moderno y refrescante de la República Dominicana.

El PIB “per cápita” de dichos 39 países promedia unos US$4,508 anuales por cada país, mientras que el PIB “per cápita” de Haití es de apenas US$850 anuales. Pero para ellos, esto y nada es lo mismo, pues lo que quieren es tomar a República Dominicana, no para superar el PIB africano, sino para hacer de este país lo que hicieron con su Haití: deforestarlo, depredarlo y dedicarse, presumidos, a crear reinos e imperios y a destruir vidas y haciendas como consumados posesos.

Dios siempre ha protegido a República Dominicana. Confiemos en Él. Pero tengamos a mano los “palos y piedras” con que Juan Bosch decía ha de protegerse el rezo del credo.



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