Escandaliza el descargo judicial del político santiaguero quien en 2012, antes de las elecciones, acusó a Margarita Cedeño de Fernández, entonces primera dama y ahora vicepresidente, de poseer una cuenta en Dinamarca con millones de origen inexplicado.

Al parecer el acusado admitió que son falsificados los documentos de su difamación. Y además el procurador Francisco Domínguez Brito asegura que la fiscalía demostró esa falsedad.

La insólita sentencia será apelada, pero el caso coincide con un pronunciamiento del PLD contra una “desenfrenada violencia mediática contra el pudor”. Según el partido oficial, “con singular espanto, observamos, leemos y escuchamos cómo se hace añicos la imagen de un ciudadano, en una desenfrenada violencia mediática contra el pudor que alcanza todo estamento de la sociedad, incluyendo a la jefatura del Estado”.

Creo preferible una prensa difamadora y libre a una muda y censurada, pero cada ilícito sin condena –incluidos mediáticos— estimula más delincuencia. El hilo que une al escándalo de la OISOE con lo de Santiago es la impunidad… Asesinar reputaciones sin castigo es tremenda aberración.