Aprecié mucho al recientemente fallecido Juan B. Vicini Cabral. Por un chiste que hizo una vez su primo Donald J. Reid Cabral mientras compartíamos en la oficina del abogado Ramón Tapia Espinal, acerca de los descendentes de la esclava Teresa Méndez, cada vez que nos veíamos me decía “hola pariente”, pero como hablaba muy bajito yo siempre respondía, “Dígalo duro, más alto don Gianni, a ver si los banqueros oyen y ¡me prestan sin garantía!”.

El reía como un niño con esa ocurrencia. No soy muy llorón, pero leer ayer el panegírico de Campos de Moya hizo que se me aguaran los ojos.

Pocos dominicanos han tenido tantos justificados motivos de vanagloria, por mérito propio, como don Gianni, y sin embargo todos quienes tuvimos el privilegio de tratarle hemos coincidido al resaltar su proverbial humildad y carencia de pretensiones.

Benjamín Franklin decía que la verdadera humildad es la ausencia de orgullo vanidoso. La definición retrata a este gran dominicano recién fallecido. ¡Descansa en paz!