Caerse y recaer no son la misma cosa. Este día medio brujo, martes trece, meditemos sobre cómo, pese a ser distintas, una y otra quizás duelan igual.
Por ejemplo, una rata equilibrista que vaya caminando por un cable y resbale, cae. Esa misma rata, buscándose su quesito o salami oloroso, si se le ha escapado previamente a la parca pero va nueva vez hacia una trampa o ingiere veneno, recae.
Y en ambos casos es ella misma, la rata, la que se ha ocasionado el dolor.
Un perro es un animal más noble que una rata, pero si se acostumbra a robar huevos le cabe el dicho: huevero aunque le quemen el hocico…
Y hay hombres “hociqueros”, de trompa que recuerda un verso de Núñez del Risco, porque recordarles siempre causa un viento frío. Pero ese trompito poético era de un puerco, no de perro ni rata. En fin, caer y recaer duele, sin importar de qué animal se trate.
