Este miércoles la tradición reunirá a mucha familias para la cena de Nochebuena.

Es una bella ocasión con un aspecto triste. Muchos, quizás la mayoría, olvidan que el motivo de la celebración es el nacimiento del niño Jesús.

No hace falta ser cristiano ni creyente o religioso, para rendirse ante la inconmensurable obra de amor de Cristo.

Es imposible desconocer su impacto en la humanidad y nuestro entendimiento de la bondad así como la nefaria influencia del mal. Entre ambos cada persona escoge libremente qué hacer con su vida.

Ahora que la tecnología digital y el lenguaje binario de las computadoras lucen deslumbrantemente ultra-modernos, la sencillez del sí y el no, prender o apagar, dejar pasar o no, nos regala una nueva manera de entender que toda la vida no es más que la suma del resultado de las opciones que preferimos.

El cristianismo es como una brújula moral para navegar en las tormentas y también en calmas chichas…