Muy poca gente se interesa por los retos deontológicos del periodismo criollo.

Una gran debilidad es que quienes lo ejercemos, frecuentemente mal entendemos el sentido de “esprit de corps”, tal si fuésemos políticos apandillados para fullerías.

En vez de vigilarnos unos a otros para procurar el mejor reportaje u opinión posible, en beneficio del público, ignoramos deliberadamente groseras malas conductas de quienes desafortunadamente llamamos colegas.

Confundimos a veces deliberadamente la objetividad con la imparcialidad, esta última casi imposible pues hasta al elegir tema uno toma partido.

La enorme cantidad de aspirantes a periodista y periodistas desempleados lleva a cualquiera a preguntarse por qué, ante tan grimosas perspectivas laborales, tantos anhelan probar suerte en este trampolín.

A mi por desgracia me pasa que mis articulistas favoritos casi siempre opinan distinto a mí, aunque muchas veces las discrepancias confirman mis propias creencias.

En vez de bomberos, que no se pisan las mangueras, deberíamos encender aunque sea mejores debates.