Hace varias semanas, al abrirse el año lectivo, treinta senadores dijeron que investigarían las alzas del precio de la colegiatura supuestamente “sin justificación ni control” y una alegada “especulación” en los precios de los libros de texto.
Cada año desde tiempos de Hostos algún funcionario del Ministerio de Educación se viste de Chapulín dizque para defender a los padres y la emprende contra los colegios privados.
Desconozco el resultado de esas preocupaciones, pero, ¿no estaría mejor invertida esa energía de legisladores y funcionarios si la dedicaran a que mejoren los liceos y escuelas públicas? ¿O si en vez de gritar sólo por el precio se preocuparan por el contenido y calidad de la enseñanza?
El negocio de la educación privada dominicana ha prosperado en parte por la ancestral deficiencia de la instrucción pública. Lo barato sale caro y tal sucede con la educación. Basta ver cuántos bachilleres analfabetas andan por ahí.