Pongo estos seis versos en mi botella al mar con el secreto designio de que un día llegue a una playa casi desierta y un niño la encuentre y la destape y en lugar de versos extraiga piedritas y socorros y alertas y caracoles.

Eduardo Galeano.

Hoy entró un gorrión por mi ventana y se posó en mi corazón avivando nostalgias por mi amada ciudad de Santo Domingo y es que a cada paso que uno da por esta ciudad de maravilla donde vivo ahora, La Habana revela con orgullo su historia y honra a los grandes hombres y mujeres de la patria en las hermosas avenidas, en los cuidados paseos, en parques y jardines con glorietas y columnas, esculturas , estatuas y bustos y los grandes monumentos levantados a la gloria de la nación.

Quiero compartir esta nostalgia transmutándola en energía creadora hasta lograr y construir monumentos alegóricos a la gloria dominicana, visualizo parques y hermosas alamedas, cuidados jardines a la poesía y plazas accesibles, no solo “malls” refrigerados, espacios públicos, fuentes de agua, esculturas de grandes dominicanas y dominicanos ilustres, más bustos y estatuas de Juan Pablo Duarte y no mogollones irreconocibles de nuestros héroes.

Es necesario hacerlos para conservar nuestra identidad en medio del contraste de la modernidad y la bullanguería. Nuestra ciudad necesita celo y también el interés de la empresa privada que la usa como su gran medio llenándola de letreros y vallas de propaganda de uso y consumo de sus productos.

La ciudad es un negocio, pero es nuestra casa común. De nuestra parte vaya el celo, de su parte el deber, es su deber invertir en ella para devolver en belleza, cultura y educación el uso que de ella hace.

Esta botella al mar contiene, además de lo dicho, ideas para un llamado a concurso, con artistas y arquitectos, creativos publicistas para hablarles de ideas permanentes, de la presentación de proyectos de arte en espacios públicos que logren transformar nuestra amada ciudad de Santo Domingo, aportándole ahora, orgullo, carácter y personalidad.