La disposición contenida en el decreto presidencial No 581-09, mediante el cual se establece que los oficiales de las Fuerzas Armadas que egresen de las academias y escuelas militares sirvan en la frontera por un período mínimo de un año, ha pasado desapercibida a pesar de que se trata de un hecho trascendental.
El decreto en cuestión, emitido en agosto de este año, plantea, como prerequisito para eventuales ascensos en las filas castrenses, que todos los segundos tenientes o alférez de fragata, presten servicios, tan pronto salgan de las academias, en los puestos militares ubicados en la frontera con Haití.
De esta manera se matan varios pájaros de un solo tiro. Por una parte, se refuerzan las dotaciones militares en esa zona estratégica, con personal de formación académica que se supone apto para elevar el nivel académico y cultural imperante. Al mismo tiempo, tales oficiales adquieren una visión certera de la dura realidad de aquella región, que les permitirá tener un mejor entendimiento de los problemas nacionales.
Hemos dicho en reiteradas ocasiones que nuestra frontera está pobremente vigilada y nos hemos preguntado, una y mil veces, qué labor realizan los más de 30,000 efectivos con que cuentan nuestras Fuerzas Armadas, y por qué no se refuerza con ellos la necesaria vigilancia fronteriza.
La medida que dispone la pasantía fronteriza de los oficiales graduados, es talvez parte de la respuesta. Ojalá se mantenga y se aumente.