¡A mí no me digan haitiana!

¡A mí no me digan haitiana!

¡A mí no me digan haitiana!

El viernes pasado, encontrándome en el salón de belleza de mi vecindario desarrollé una conversación muy interesante con la hija de la señora que regularmente me arregla el pelo. Ella es una morena preciosa que tiene 10 años de edad y parece de más edad cuando habla. Me contó que en su colegio sus compañeros(as) se burlan de ella por su color de piel y que, en varias ocasiones, le han llamado haitiana, lo que la hace sentir despreciada.

Con los ojos tristes, sin mirarme a la cara, dice que desea ser de un color de piel diferente para ser aceptada y respetada por sus compañeros de escuela, lo que evidencia que tiene una baja autoestima y que no se reconoce en su identidad. Además, me dijo que quería ser blanca con el pelo “bueno”, al tiempo de afirmar que su hermoso tono café no le gusta.

Al escuchar sus argumentos sentí pena por ella y me sentí motivada a hablarle en ánimo de ayudarle a cambiar un poco esos pensamientos, que reflejan muchos prejuicios inculcados por la familia y por su entorno social.

Lo primero que hice fue aclararle que ser haitiano no es algo de lo que una persona deba avergonzarse, y le hablé sobre los gentilicios. Y luego sobre las tonalidades de piel y que nadie es superior al otro por tener la piel diferente. Finalmente, la ayudé a construir la respuesta que necesitaba darle a sus compañeros(as) la próxima vez que la molesten con esas tonterías.

El hogar es el primer lugar donde los niños y niñas van formando su personalidad, por lo tanto es responsabilidad de los padres enseñarles a sus hijos(as) a respetar y amar a sus semejantes sin importar su cultura, color de piel, estatus social, religión o estatus económico. Pero también es obligación de los maestros enseñar en las escuelas el valor de la igualdad entre las personas aunque esto no esté en los programas escolares que les corresponde enseñar.
En nuestras escuelas muchos(as) niños(as) son intimidados(as) por sus compañeros por no compartir los mismos criterios que ellos. Estas intimidaciones se expresan a través de burlas, peleas, insultos, manipulación, exclusión, etc.

Este problema es tan serio que en muchos países se ha organizado una campaña internacional llamada “Dile No al Bullying” (acoso escolar), en atención a que muchos estudiantes reciben maltratos de sus compañeros en las aulas, en los patios de los centros educativos y en las redes sociales, llegando a provocar hasta casos de suicidios.
A mi vecinita le dicen haitiana, pero tal vez a tu sobrino le llamen feo y a tu hija le digan gorda en la escuela. Cualquiera que sea la forma, el maltrato escolar debe frenarse, porque lesiona la autoestima de los (as) estudiantes.
No me parece justo que descuidemos esta vertiente del maltrato a nuestros niños y niñas. Es posible construir un mundo más humano.
«Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres»
— Pitágoras
Isauris_almanzar@hotmail.com



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