Violencia: cuestión de Estado

 Violencia: cuestión de Estado

 Violencia: cuestión de Estado

La República Dominicana ha desarrollado su democracia de manera anómala. Únicamente el gobierno de Juan Bosch puede mostrarse como modelo democrático a carta cabal.

El resto de los gobiernos desde septiembre del 1963 hasta la fecha han caido en el populismo y el clientelismo hasta corromper todas las instituciones del Estado, incluidas las legislativas, judiciales y municipales.

Por eso la apelación constante en la población al autoritarismo como si fuera la solución a los males que le achacan a nuestra “democracia”.

Ya Aristóteles señalaba la degeneración de la democracia en anarquía y de ésta en tiranía.

 La violencia generalizada que hoy percibimos es fruto precisamente de la mentalidad autoritaria permeando nustra mal construida democracia.

La corrupción de funcionarios gubernamentales y empresarios, el predominio de militares y policias en el narcotráfico, la venalidad de jueces y fiscales, hasta llegar al raterito que roba carteras y celulares, son en su cojunto el resultado de la falta de respeto a las leyes y los derechos ciudadanos que son la columna vertebral de un Estado democrático.

 Los partidos políticos actuales se han transformado en pandillas que buscan alcanzar puestos estatales para depredarlos en su beneficio por lo que son, en gran medida, la semilla del mal.

Pero también son parte de la solución. Sin la autoridad moral que debe brindar un jefe de Estado, ministro, congresista, juez o alcalde, el Estado se hunde en el dolo y por tanto fomenta la violencia.  

Necesitamos hombres y mujeres de Estado, comprometidos con el respeto a los derechos y la Constitución, dispuestos a servir a la sociedad.



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