La importancia de saber perder

La importancia de saber perder

La importancia de saber perder

German Marte

En República Dominica, como en ningún otro país, la derrota no tiene padrinos. Aquí nadie admite perder.

El criterio de que estamos hechos para ganar, jamás para perder, está muy arraigado en la psique del dominicano, es parte de nuestra cultura. Pero sucede que en una carrera de 10, uno llegará primero y alguno será el último. Pero eso no se enseña en las escuelas, menos en la casa. Tampoco en las iglesias.

De manera hipócrita, algunos deportistas dicen: “lo importante es competir”. En verdad, si fueran sinceros, ninguno haría trampas, ni habría pleitos entre los equipos, nadie robaría señas a los lanzadores contrarios, ni usarían esteroides ni bates con corcho.

Tener una vocación de ganador no es malo, pero a una competencia, de la índole que sea, se va a ganar o a perder. Y eso también debe ser aprendido.

El problema radica en que en los hogares dominicanos y en las escuelas se educa al niño, al joven, para ganar, jamás para perder. Hay padres que llegan al colmo de enseñar trucos a sus hijos para ganar un concurso infantil, “porque mi hijo tiene que ser un ganador”, sin darse cuenta que probablemente esté criando al próximo desfalcador de bancos.

En nuestro país no es raro ver a una madre reprocharle a su niño de cinco años: “¡no llore, que usted es un hombre!”. Así va forjando a un hombre insensible, un machista irremediable, con las consecuencias que eso suele acarrear.

Es difícil encontrar a un dominicano que admita sin tapujos su derrota. Si es boxeador y le dan un nocáut alega que se resbaló, que el referí le contó de más, que no estaba en su peso, en fin, hallará una excusa perfecta para justificarse, lo difícil es reconocer la superioridad del adversario.

Hasta el más mediocre de los equipos piensa que puede ganar el campeonato. Cualquier candidato del más minúsculo de los partidos está convencido de que ganará las elecciones, pues “la verdadera encuesta es el día de las elecciones”. Y lo peor es que lo dicen convencidos de su mentira.

Todo sería distinto si nuestros padres y maestros nos enseñaran que perder no es malo del todo, que muchas veces hasta nos conviene perder.

Nuestra sociedad sería menos violenta, habría menos abusos, menos discordia, si desde niños se nos enseñara que ganar y perder es parte de un mismo juego.

Que muchas veces perdiendo se gana y que ganando un pleito o una discusión perdemos a un amigo (todos tenemos ejemplos de ello).

Perder un turno en la fila puede evitar una discusión desagradable que te arruine el día.
Perder un segundo en la carretera y cederle el paso al imprudente que va en la voladora, al taxista que va desesperado te puede evitar un accidente fatal.

Incluso, perder en un negocio puede ser la enseñanza más útil en determinado momento.
Perder puede ser incluso hasta saludable para que un individuo o un colectivo se ajusten a la realidad y no se envanezcan.

Si importante es preparar a nuestros hijos para el éxito, igual de importante es prepararlos para cuando llegue la derrota.

No saber perder puede convertir en monstruo al más manso de los humanos. Los dominicanos tenemos ejemplos de sobra.



German Marte

Editor www.eldia.com.do

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