Independencia Nacional: Núñez, Duarte, Santana, Báez... y 12

Independencia Nacional: Núñez, Duarte, Santana, Báez… y 12

Independencia Nacional: Núñez, Duarte, Santana, Báez… y 12

Miguel Febles

La mejor manera de explicar el raro proceso independentista dominicano acaso sea a través de estos cuatro caracteres.

Núñez de Cáceres fue español, dominicano por voluntad propia, haitiano por la voluntad de otro, venezolano y mexicano; Duarte fue español de nacimiento, dominicano y haitiano por la voluntad de otros y dominicano de nuevo por voluntad propia.

Santana y Báez fueron todo, según las circunstancias, y extranjeros de corazón.
Explicarlos a partir de la condición de clase es un ejercicio incomprensible para el común de los que hoy día pueden estar interesados en hurgar en el espíritu nacional.

Núñez de Cáceres fue un intelectual y precursor. Duarte un hacedor. La condición social de ambos era bastante frágil para liderar al pueblo dominicano en la tarea que se impusieron.

Se necesitaba un caudillo, pero se acaudilla desde la condición de clase, y como lo demostró la contestación política de la anexión y liquidación de la República, la vitalidad y el arrojo había que ir a buscarlos al Cibao; Núñez de Cáceres pertenecía a otro mundo y Duarte, que tuvo la oportunidad de acantonarse al calor del Cibao contra la Junta Central Gubernativa y conquistar aquellos espíritus, era un civilista en el plano político y moral. Hubiera sintonizado a pesar de su condición urbana y sureña, pero escogió otro camino.

De la nota alta de Capotillo, el incendio de Santiago, Puerto Plata y Montecristi a pesar de los planes de la Gándara, se recogen ecos en la batalla del 17 de abril de 1903 en la Capital, y en la Batalla del Puente, el 27 de abril de 1965.

Duarte y Santana estuvieron de frente en dos grandes momentos. Uno en El Seibo, el 3 de mayo de 1843 cuando se comprometieron en la logia Fraternidad No. 1 (Ramón Casado, El Seibo, medio milenio de historia, Pág. 56) y en Sabana Buey, a donde cabalgó Duarte a relevarlo del mando. ¿Qué conferenciaron aquel día?

Si se examina al Santana del cantón de Guanuma y del rudo intercambio epistolar con el capitán general José de la Gándara (José Gabriel García, Obras Completas tomo II, Págs. 331 y Sgts.) se puede tener una idea de la tarea imposible que se había impuesto Duarte.
Era el caudillo que necesitaba la hora, pero carecía de la magnanimidad de los corazones grandes que le hubiera evitado los fusilamientos a la República, y le faltaba el espíritu patriótico y soberanista que desbordaba en Duarte.

Báez es el espíritu taimado. Fue anexionista como Santana, pero se quedó en Europa. No fue restaurador, pero las querellas política y la incapacidad de estos patriotas dejó en sus manos la República restaurada y por poco la mete en el vientre del águila del norte.

Doscientos años después de la proclamación de La Efímera, el dominicano recoge en sí la síntesis de estos cuatro próceres. Tarea es de cada cual conciliarlos, pulirlos en su pecho y ponerlos a trabajar para el bien común.



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