Filosofía y actualidad

Filosofía y actualidad

Filosofía y actualidad

José Mármol

Reflexionar acerca de la función de la filosofía frente a la realidad sociocultural actual y determinar, a partir de la recuperación de un pensamiento crítico, su actualidad, partiendo de Kant como centro de la Ilustración y la modernidad, hasta la Escuela de Frankfurt y filósofos posteriores, constituyen aspectos relevantes para el establecimiento de la vigencia de la disciplina del pensar.

Aspectos, por demás, necesarios para darnos cuenta de si, al situarnos en un ámbito filosófico, se trata de ideas vivas; o si bien, lo que tenemos entre manos es un féretro de antiguallas con conceptos zombis a los que hay que intentar resucitar o dar solemne sepultura; o, por el contrario, si la filosofía es aun un discurso útil y razonable; si, al decir de Comte-Sponville, es más una “praxis” que una “poiesis”, más una actividad que una creación, más una práctica que una obra.

En su artículo “El pensador crítico y el intelectual”, contenido en la obra “Diálogos de pensamiento crítico”, Xabier Insausti proyecta la necesidad de que la filosofía esté alineada a la Teoría Crítica, por cuanto, desde esta perspectiva, desarrolla una función emancipadora, tornándose pensamiento cuestionador de su propio tiempo histórico.

Infiere que la Teoría Crítica clásica, propia de la escuela de Frankfurt, y especialmente, de pensadores como Adorno, Horkheimer y Habermas, responde a la realidad económica, política, social y cultural del siglo XX; es decir, al estadio de desarrollo del capitalismo en su etapa fordista o consumista premoderna y la confrontación con el socialismo real.

Mientras que la Teoría Crítica del siglo XXI, en la que, por ejemplo, se inscribe la evolución del hegelianismo al kantismo en Habermas, tiene como pertinencia la crítica al neoliberalismo y la disolución del comunismo en la Europa del Este.

La realidad ha cambiado en el período actual del desarrollo capitalista y la Teoría Crítica está desafiada a ir por delante de ese cambio.

“La emancipación no es obra de los gobiernos, ni siquiera de los más progresistas. La emancipación es obra de todos; es un trabajo, una conquista desde la sociedad misma, desde los ciudadanos.

El nuevo siglo se arma con nuevas estrategias”, afirma el filósofo Xabier Insausti. Ante las causas sociales, la filosofía tiene una todavía mayor, la más relevante: la emancipación de la humanidad. Con Adorno asistimos, por medio de una revisión del concepto de Ilustración, a una génesis de la subjetividad moderna, cuyo espejo filosófico lo constituye la realidad social de la segunda mitad del siglo XX en Europa.

A inicios de los años 60, luego de retornar de su exilio en Estados Unidos, Adorno cuestiona el academicismo filosófico, por sucumbir ante la seducción de la “especialización” y perder la “libertad de espíritu” , que es su esencia.

El pensamiento de Adorno se orienta a concebir la filosofía en función de su misión crítica respecto de la realidad.

De ahí la necesidad de una “dialéctica negativa” con la que cuestionar la tradición filosófica, para poder alcanzar su emancipación.

A este proceso le llama “crítica inmanente” al concepto idealista de la relación sujeto-objeto, y del concepto mismo. 

Adorno, en su obra “Dialéctica negativa”, a la que en el prólogo define como un atentado contra la tradición, retomará a Hegel, haciendo de la realidad la manifestación misma de las contradicciones, sin superación de opuestos.

Su reflexión sociológica y musicológica le sitúa en el centro del cuestionamiento de la cultura germana del siglo XX, y, especialmente, de las raíces y efectos del nacional socialismo, para plantearse la necesidad de volver a comenzar y refundar la cultura alemana. Filosofar es, pues, emancipar.



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