De acuerdos raros y alianzas extrañas

De acuerdos raros y alianzas extrañas

De acuerdos raros y alianzas extrañas

Rafael Chaljub Mejìa

Muchos reaccionan escandalizados al ver a dos viejos rivales, el Partido de la Liberación Dominicana –PLD-, y el Partido Revolucionario Dominicano –PRD- haciendo causa común en una alianza inesperada.

Mayor será la sorpresa cuando a esa alianza se sume formalmente el Partido Reformista Social Cristiano –PRSC- y aparezcan como el aceite, los tres en uno.

Es comprensible la sorpresa si se piensa en las enconadas contradicciones del pasado. Especialmente en aquella virulenta batalla de los tiempos de Juan Bosch y Peña Gómez.

Pero basta evocar el pasado para notar que de acuerdos raros y alianzas extrañas está llena nuestra historia, en el curso de la cual no ha sido raro ver a los encarnizados adversarios de ayer, abrazarse y caminar juntos.

Los jimenistas y los lilisistas eran enemigos acérrimos y, ya muerto Lilís, aquellos viejos enemigos se unieron para el célebre golpe del 23 de marzo de 1903, que echó al suelo el gobierno golpista e ilegal del presidente Horacio Vásquez.

Así siguió su curso el siglo veinte, entre pactos y mezcolanzas de caudillos y grupos políticos, hasta que en 1930 Trujillo concentró alrededor suyo una coalición tan grande que incluyó hasta muchos de los nacionalistas de los años veinte, y con esa alianza extraña se sintió más fuerte, impuso su partido único, se llevó de paro a sus propios aliados y se quedó más de treinta y un años en el poder.

Pero no más ayer, como quien dice, en 1974, se formó el Acuerdo de Santiago, en el cual los adversarios de las trincheras de abril de 1965, se agruparon en una alianza anti-reeleccionista contra Balaguer.

Además del PRD, ahí estaba el Partido Revolucionario Social Cristiano, y más aún, el Movimiento Popular Dominicano, junto al general Wessin y Wessin y su Partido Quisqueyano Demócrata.

Y no vimos en 1990, al PLD, el partido del célebre “que se vaya ya”, juntarse con Balaguer para cerrarle el paso al doctor Peña Gómez.

Es cierto que en el presente estamos viendo cosas extrañas, pero no nos dejemos matar del corazón y miremos nuestra historia, aunque sin dejar jamás de distinguir quién se alió con su anterior adversario para luchar por principios y revindicaciones que justificaran la alianza, y quién se alía con otros buscando beneficios y fines de otra naturaleza.



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