El enfrentamiento público entre el procurador Rodríguez y la Jueza Germán servirá de mucho a la institucionalidad dominicana.

El hecho se suscitó al más alto nivel de la Justicia, en donde los dos gerentes y jerarcas de la política y del control de la criminalidad se batieron tal cual dos sables, y frente al gran juez que es el pueblo, a través de los medios de comunicación, fiel equilibrio de la democracia. La diferencia se marcó en que el cuestionador, tenía en el banquillo a su presa, sin esta constituir abogado para su defensa.

La magistrada Miriam Germán Brito es una servidora pública que está bien acreditada ante el país, y no es casual que en la actualidad sea la presidenta del más alto tribunal penal, es decir, de la Sala Penal de la Suprema Corte de Justicia.

Es cierto que las evaluaciones son públicas, pero el debido proceso señala que las alegaciones deben darse con tiempo al aspirante para que articule su defensa.

Esta entrevista no resultó oportuna, desnaturalizando las funciones propias de los miembros del Consejo Nacional de la Magistratura, ya que si cada cual usara sus recursos para evaluar a cada postulante, sería un verdadero caos.

¿Le compete al procurador o al consejero hacer esas imputaciones tal cual un interrogatorio investigativo? ¿Hizo  estas mismas pesquisas con todos los jueces y postulantes? ¡¿Esto viola la dignidad de la jueza?!

¿Por qué se permitió el quebrantamiento del principio de igualdad?

¿Por qué nunca se le contuvo en esa embestida? La verdad de todo es que debemos pasar al siguiente escalafón como sociedad fortaleciendo al Poder Judicial, ya no con entrevistas descriptivas, sino competitivas, en las cuales los jueces que se ganen esas plazas sean en virtud de lo profesional y ético. De lo contrario seguiremos viendo esos choques, y no habrá ni justicia, ni ética, ni dignidad.