Violencia  en escuelas  sigue dejando huellas

Violencia  en escuelas  sigue dejando huellas

Violencia  en escuelas  sigue dejando huellas

SANTO DOMINGO.- La violencia que agobia a la sociedad y que ya alcanza niveles preocupantes en el ámbito escolar, al extremo de que algunos niños han perdido la vida a manos de compañeros de aula, es un problema endémico, que se les ha ido de las manos tanto a la Secretaría de Educación como al Gobierno, que en ambos casos hacen poco para enfrentar el fenómeno.

Este juicio del padre Gregorio Alegría, de la parroquia San Vicente de Paúl, en Los Mina, refleja la visión que tienen amplios sectores de la sociedad, maestros, padres y   sociólogos.

Es por esa razón que el sacerdote propone educar a la familia y un mejor manejo de la televisión, que a  su entender  influye en el auge de la violencia.

Para el religioso, la base de la violencia que se vive  en el país y todo el mundo es la familia.

Un caso conmovedor
Las graves heridas que le propició en la cara y el cuello un niño de diez año a su compañero de clases Antonio Manuel Valdez, de la misma edad, poniéndolo casi en el “filo de la muerte”, confirman una vez más el grado de violencia que se registra en los planteles públicos.

El entorno de la Escuela Básica Santa Martha, del sector Las Flores de Cristo Rey, ayer fue estremecido por ese sorpresivo hecho, que generó angustia no sólo a Francisca de los Santos Mejía, madre de la víctima, y a sus familiares, sino también al director de ese centro, a la profesora de ambos niños y a vecinos del lugar.

Su enojo les impide ver que el agresor es otra víctima de la ola de violencia que promueven los medios audiovisuales, los malos ejemplos de los mayores y la marginalidad.

Reclaman “castigo ejemplar y correccional” para el menor a quien la Fiscalía Barrial de Cristo Rey le impuso la obligación de asistir por seis meses a escuchar charlas de orientación para lograr su arrepentimiento.

A su corta edad, la víctima, que recibió más de 30 puntos en la cara y el cuello, ya sabe lo que se siente estar a un tris de la muerte, pero mantiene vivo su sueño de ser un famoso pelotero.

“El niño tiene dos navajazos, uno en la mejilla derecha, de  10 puntos, y otro en la nuca, que sí le alcanza la arteria carótida le hubiera provocado la muerte al instante. No fueron heridas superficiales, fueron grandes en extensión y profundidad; hubo que darles puntos a lo interno”, explicó el doctor Antonio Cruz Jiminián, en cuyo centro atendieron al menor.

El galeno insistió en que hay que revisar la escuela, tanto en el barrio de Cristo Rey, donde están ocurriendo otros hechos similares, y en  la sociedad  en general.

Y todo por un lápiz
La disputa empezó en el aula donde Antonio Manuel Valdez y el compañerito que lo agredió cursan el quinto nivel de básica, en momentos en que la profesora María Durán Tejada estaba de espalda escribiendo en la pizarra.

Una vez la maestra, que lleva 19 años allí, se percató de la disputa en que el agresor quería arrebatarle un lápiz a la víctima y  en el intento por separarlos, recibió una  mordida en un dedo que le dio  el niño “eufórico”.

Durán Tejada afirma que es la primera vez que ve allí una acción como esa, lo que la tiene preocupada. Más adelante, cuando estaban en recreo, a eso de las 4:10 de la tarde del martes, el infante buscó una navaja, que supuestamente encontró en uno de los zafacones del patio y le ocasionó las heridas.

Esa acción sorprendió al director del plantel, Roberto Marino Plata, donde reciben docencia mil seis estudiantes. No  cuentan con agentes de la Policía Escolar, sino que  de manera ocasional el centro es supervisado por un teniente. Plata, que dirige las dos tandas de la escuela, la matutina con 509 alumnos y la vespertina con 497,  dijo que la trifulca los sorprendió y  definió al  victimario como un niño violento.

 El docente adelantó que la simple expulsión del alumno sería lanzarlo al peligro de ser atrapado por la delincuencia.
 
Narró que en el entorno dónde vive el agresor, huérfano de padre,  se escuchan muchos “improperios”. Dijo que en el ambiente  sólo se habla de “machetes y te voy a matar y así”. 
 
Me siento mal Francisca de los Santos, reside en  Vietnam de la Ramón Cáceres, madre de la víctima, trabaja de conserje en la escuela  en la mañana. “Me siento muy mal, me lo pudo haber matado.  Mi esposo está muy alterado”.

Marginalidad Aunque viven en un ambiente de haciminamiento, la  familia de la víctima es definida como buena y tranquila.

Maestra aturdida Como resultado de la sobre- población escolar, la maestra de ambos niños, María Durán, cubre las tandas con 40 y 42 alumnos, respectivamente, en   cuarto y quinto.

La otra cara del conflicto
Compungida, Juliana (Martha) Flete, madre del victimario, quien se comprometió a cubrir los gastos para curar las heridas a Valdez, dijo ser viuda desde hace cinco años, cuando su esposo, militar, murió en un accidente.

Desde entonces asumió la crianza de sus cuatro hijos, a quienes asegura lleva con regularidad a la Iglesia Cristiana de Dios y La Biblia, a la que pertenece.

“Estoy tratando de guiar  a mis hijos por el camino del Señor, pero siempre Satanás se levanta con lo que uno más quiere,  en el nombre de Jesús…”.

 Dijo que acogerá la decisión de la escuela, aunque por la temporada de exámenes piensa que su vástago no debe ser retirado del plantel.

Martha, que vive en la Respaldo Ramón Cáceres, deja a sus hijos con una cuñada para ir a trabajar.

Según la tía que lo cuida, el niño no manifiesta un comportamiento agresivo, sino  que es como cualquier niño. En horas de la mañana el menor agresor asiste a un taller de ebanistería en el Polvorín con un tío militar para aprender un oficio.

El niño de apenas diez años crece con un cuadro poco favorable: huérfano, una madre que durante el día está trabajando y en un sector en el que abundan el consumo de drogas y la pobreza.
 Esa mezcla lo convierte en tierra fértil para los problemas conductuales y caer en manos de la violencia.



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