Una educación en valores

Una educación en valores

Una educación en valores

Todos los males de la vida dominicana –que incluye problemas irresolutos que se transfieren los gobiernos, como una amarga herencia, a través de varias décadas– están en directa conexión con la economía del país.

Si la economía anda mal todo anda mal. En ese sentido, y de acuerdo a las estadísticas de la educación dominicana, hay una mayor inversión económica en las escuelas para niños.

Eso quiere decir que la escuela dominicana tiene más aulas y maestros dedicados a la educación inicial y básica.

De igual forma ocurre que la inmensa mayoría de los estudiantes dominicanos no aprueban el nivel básico completo.

En ese nivel se produce el porcentaje de deserción más alto de la educación. Hay un alto índice de estudiantes que no llega al sexto grado. Se trata de una situación que hay que pensar desde el Estado, no ya desde la escuela, para poder tomar decisiones que incidan en un desarrollo sostenido del país, a mediano y largo plazo.

Niños que no terminan la escuela serán los ciudadanos del futuro, con pleno derecho.

Podrán tener derechos, pero no tienen una idea de la confraternidad humana, de respeto, cívico, de convivencia pacífica, de tolerancia a la diversidad, de sentido de equidad, de control de la ira.

Estas carencias y el cúmulo de otras cargan la vida de un ciudadano adulto, y que vive entre nosotros sin formación escolar.

El drama de la deserción se traduce en alarmantes niveles de pobreza. Y la pobreza se manifiesta de todas formas y en una inmensa mayoría de hogares, e incide en toda la sociedad.

Vivimos en un país donde todo empieza y termina en la escuela, ya que los niños sin educación crecen y pasan a ser adultos con derechos cívicos, pero sin educación, sin instrucción formal.

Tomando en cuenta esta realidad hay que educar en la primaria a los niños en valores, que aprendan a amar la vida, a solucionar conflictos de manera pacífica; y, sobre todo, a respetar la vida de su semejante.



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