El presidente saliente de la Asociación de Empresas Industriales de Herrera y Provincia Santo Domingo (AEIH), Víctor Castro, ha hecho una advertencia oportuna sobre “una corriente ultraconservadora que, desde la minoría, pretende imponer las directrices del país desde el punto de vista legal e institucional”.

Dice Castro que “esos grupos con visión retrógada y decimonónica” son los obstáculos de siempre para las reformas política, económica e institucional demandadas por el país para encarrilarse por la ruta del desarrollo.

Estoy de acuerdo con esta afirmación honesta y valiente del empresario cuando dice que en todos los procesos estos grupos conservadores “se presentan con sus ideas basadas en intereses particulares, condicionando los cambios a partir de la conveniencia exclusiva de los grupos que representan; son cerrados al debate y tienen una visión tubular que no admite contraste”.

Basta dar un vistazo a nuestra historia para confirmar que esto es cierto.

Coincido también con Castro cuando dice que “ese es el conservadurismo que bloquea las reformas, impide el desarrollo del país y es de los principales responsables de la inequidad y de la pobreza que afectan a la República Dominicana”.

Ayer afrancesados y anexionistas, déspotas crueles como Trujillo y Lilís, o ilustrados como Balaguer en su última etapa.

Los conservadores son los mismos de siempre y están en todas partes, los partidos, las iglesias, los sindicatos y la familia.

Permean gran parte de la sociedad, a veces hasta de forma inconsciente. La tenacidad es una de sus características, la intransigencia es otra. Por eso combatir esta corriente en todos los terrenos es vital para que el país avance por las sendas del progreso.

Lo contrario es facilitar que una minoría que apenas representa el 2% de la población se siga apropiando del trabajo del 98% de los dominicanos.

A propósito, las elecciones de 2016 son una buena oportunidad para dar un golpe contundente a este sector, representado por una camarilla nucleada alrededor de Leonel Fernández, el PRD de Miguel y el PRSC.

Si queremos avanzar como sociedad.
Incluso, el sector progresista del propio PLD debería reflexionar al respecto.