Solemnes demagogias

Solemnes demagogias

Solemnes demagogias

En eso, en solemnes demagogias se han convertido las justas reclamaciones del cumplimiento del deber esbozadas en sus audiencias por los honorables magistrados presidentes de la Suprema Core de Justica, del Tribunal Constitucional y en su actuar permanente el procurador General de la República.

Es que al clamar por la mora judicial, el presidente de la Suprema Corte de Justicia y del Consejo del Poder Judicial, Mariano Germán, olvida que ese es su campo de actuación y que en lugar de quejarse le corresponde vigilar, supervisar el quehacer judicial, que las cortes respeten la honestidad del juez que “motu propio” se inhibe, porque fue asalariado reciente y mantiene armoniosas relaciones con uno de sus justiciables; que las cortes jueguen su papel de juzgadoras, no solo cómodamente ordenando nuevos juicios, pre induciendo a los jueces su particular interés en la dirección del nuevo fallo.

También el magistrado debe aprovechar sus limitados recursos en el ámbito del poder que representa, antes que desbordarlos en la diversidad del quehacer social –aunque no estoy en contra de las interacciones.

En fin, Magistrado, actuar designando el juez de Paz del municipio de Oviedo, en la provincia Pedernales, que por más de seis años no cuenta con su Juzgado de Paz.

De igual forma reduciría la retórica el procurador general de la República, Jean Alain Rodríguez, si vigilara el ejercicio privado de sus adjuntos y combatiera la delincuencia designando en Oviedo el fiscalizador, que igual que el Juez de Paz, hace más de seis años desapareció de ese municipio, privándolo de su única instancia judicial.

Finalmente, el Tribunal Constitucional no pecaría de injusto con su reclamo frente al Senado, si recogiera su mora y fallara importantes asuntos como la Ley Notarial, pues aun contando en su seno con prominentes notarios, su ley pronto cumplirá un año en espera de fallo, y así otros tantos asuntos.

Honorables magistrados, que si estos asuntos fueran oportunamente sancionados por ustedes, darían a sus justos reclamos de cumplimiento del deber, la credibilidad y el respeto que merecen.

*Por Juan Cuevas



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