Rafael Molina Morillo

Rafael Molina Morillo

Rafael Molina Morillo

Desde muchacho fui integrante del “fan club” del gran periodista Rafael Molina Morillo. Entre mis recuerdos imborrables resalta la primera vez que lo saludé, alrededor de 1972.

Caminando con mi madre por El Conde, que no era peatonal; de frente venía un señor con un bigote como Dalí cuya cara se iluminó al acercarse y confundirse en un abrazo con mi mamá.

El curioso personaje del mostacho amablemente me llamó “colega”… Él dirigía su revista ¡Ahora! y el vespertino El Nacional, mientras yo tenía una hoja mimeografiada pretenciosamente llamada El Eco cuyos suscriptores eran mis padres, algunos vecinos, mis tíos y varios amigos de mi papá, entre ellos Germán E. Ornes y Carlos A. Ricart (Baby).

El doctor Molina Morillo es un paradigma del periodismo. Tras iniciar su carrera bajo la dictadura de Trujillo, salió de ella sin mancillarse ni caer en las abyecciones que marcaron la vida de otros más débiles. Cuando apoyar la legalidad constitucional acarreaba peligros mortales, padeció atentados con bombas, el asesinato de empleados y el martirologio de su ejecutivo y columnista Orlando Martínez.

Logró significativo éxito financiero al vender sus medios para dedicarse por segunda vez a la diplomacia y tras fracasar en los negocios volvió a comenzar como periodista con el Listín Diario.

Don Rafaelito integró la constelación de estrellas directivas de la prensa dominicana tras la revolución de 1965, junto con Germán E. Ornes, Rafael Herrera Cabral, Freddy Gatón Arce, Mario Álvarez Dugan, Francisco Comarazamy y Radhamés Gómez Pepín.

Este pequeño grupo de talentosos periodistas definió con su propio carácter y temperamento la vibrante personalidad del mejor periodismo quisqueyano en las décadas tras la dictadura de Trujillo.

De entre las virtudes del doctor Molina Morillo más admirables estuvo la juventud de su espíritu. Retozaba con un buen humor que usualmente restringía cuando había “moros en la costa”.

En los años ’80 tuve el privilegio de colaborar con don Rafaelito en la fundación de la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica Santo Domingo (UCSD), como titular, hasta que por sus otras ocupaciones se desvinculó de esa universidad.

Como miembro fundador del Consejo Académico de la UCSD, sucesor del doctor Molina Morillo en la dirección de esa Escuela de Periodismo cuando la misma comenzó a operar y profesor que fui, me alegra siempre ver cómo aquel sueño actualmente es una esplendorosa realidad.

Más recientemente, con otro gran periodista, don Mario Rivadulla, compartí con don Rafaelito por alrededor de una década como jurado del Premio de Periodismo Rafael Herrera que anualmente otorga la Funglode.

Don Rafael Molina Morillo fue director de cuatro de los principales diarios dominicanos, fundador de una de sus más exitosas e influyentes revistas, comentarista de radio y televisión, profesor universitario, diplomático, autor de las obras “La Prensa y la Ley en Santo Domingo”, “Gloria y repudio, biografía de Pedro Santana”, “Personalidades Dominicanas” (tres ediciones en 1988, 1992 y 2006) y su reciente memoria “Mis Recuerdos Imborrables”.

Nadie que haya conocido de verdad a don Rafael Molina Morillo puede arrepentirse o avergonzarse de su honradora amistad, como pocas veces ocurre en el periodismo cuando la vida ha sido tan intensa y prolija…

Acompaño en su duelo a su esposa por más de seis décadas, doña Francia Espaillat, y sus hijos José Antonio, Amelia, María Alicia y Silvia María, yernos, nietos y demás familiares, así como a mi amigo José Monegro, quien desde hace años acompaña exitosamente a don Rafaelito en la dirección de EL DÍA, y nuestros demás colegas.



José Báez Guerrero

Abogado, periodista y escritor dominicano.

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