En los próximos días nuestros países vecinos estrenan nuevos gobernantes; para iniciar el nuevo año Puerto Rico juramentó a su gobernador Ricardo Rosselló, el próximo 20 de enero el flamante Donald Trump tomará el timón de la nación más poderosa del mundo y el 7 febrero Haití juramenta su presidente Jovenel Moise.

Estos tres vecinos son nuestros principales socios comerciales y con los cuales sostenemos importantes relaciones de carácter comercial, migratorio y otros tantos temas económicos, políticos y sociales.

Puerto Rico, devastada por la caída del ‘boom’ que le proveía leyes de incentivos fiscales federales norteamericanas, la inmigración de talentosos profesionales y trabajadores, y sin bases de producción nacional, arropada por una enorme deuda pública, representa un mercado potencial para asistencia en materia de políticas de desarrollo e intercambio comercial que nuestras autoridades vienen trabajando.

El fenómeno Trump en Estados Unidos de Norteamérica representa la mayor incógnita en materia de líneas de acción políticas de ese país desde hace más de 100 años.

Nuestra diplomacia y autoridades comerciales habrán de empeñarse a fondo para evitar consecuencias negativas de sus políticas comerciales y migratorias, aunque hay muchos dominicanos que se sienten confortados por su posición anti inmigración ilegal.

Haití finalmente tiene un gobierno con legitimidad, a pesar de la avalancha de cuestionamientos acerca de su proceso electoral, la falta de identidades ciudadanas, el bajo porcentaje de votación y los consabidos alegatos de fraude. No por ello puede nuestro país desaprovechar la oportunidad para emprender las acciones necesarias para regularizar el comercio binacional y con ello ponerle solución definitiva a la ilegítima inmigración y la permanencia en el país de cientos de miles ilegales de ese país.

Los cambios políticos en nuestros vecinos son una magnífica oportunidad para que el país renueve sus emprendimientos diplomáticos y comerciales, con visión clara y timón firme.