Los problemas cotidianos e irresolutos del pueblo dominicano, y sus quejas del día a día, ahora son materia de interés de las encuestas nacionales.

En este periodo por el que transita el país hay espacio para conocer la opinión de un segmento de la población, cuyas respuestas hacen énfasis en algo que ya todos sabemos. ¿Y qué sabe todo el pueblo?

Que la delincuencia, el desempleo y el alto costo de la vida se mantienen como las tres principales áreas que demandan soluciones urgentes.

También las encuestas transparentan una paradoja, ya que esas demandas de soluciones urgentes no son atendidas con la debida atención ni en el tiempo prudente.

Eso incide en que los indicadores se disparen hacia arriba y haya más delincuencia, mayor número de dominicanos desempleados y sueldos tan deprimidos que las familias pierden la capacidad de compra ante los procesos inflacionarios que vivimos.

No se trata, en definitiva, de nada nuevo. Hay muchos discursos, muchas propuestas, muchos anuncios deslumbrantes.

Eso abunda. En cambio, lo que escasea, se pospone, se difiere en el tiempo, son las soluciones, a todos los niveles.

Y en EL DÍA nos preguntamos, ¿es que las encuestas hablan un idioma que no entienden nuestros líderes y empresarios? El tiempo también es bueno para esperar respuestas.