La familia: cuna de valores

La familia: cuna de valores

La familia: cuna de valores

Altagracia Suriel

A propósito del mes de la familia y de la marcha que convoca la Iglesia católica titulada “Un paso por mi familia”, es oportuno reflexionar sobre la familia como cuna y escuela de valores, sobre todo de la solidaridad, principio ético que es la base de la armonía y la unidad.

El papa Francisco afirma que la familia es la fuente de toda fraternidad, y por eso es también el fundamento y el camino primordial para la paz, pues, por vocación, debería contagiar al mundo con su amor.

En la familia es que entrenamos la empatía que significa ponernos en el lugar del otro, reír con el que ríe y llorar con el que llora.

Es en la familia que interiorizamos el dar por convicción, sin esperar nada a cambio y sin tener que publicarlo a los cuatro vientos.

Es con el ejemplo que recibimos en el hogar que aprendemos a ser solidarios con las vidas sumidas en el infortunio, a tender una mano amiga, a apoyar y a sembrar esperanza y confianza en el que cree que todo está perdido.

Los cimientos de familia son los que nos ayudan a convertirnos en ciudadanos responsables, orientados a resolver problemas y aportar soluciones sin echarle la culpa de todo al Estado, a la mala suerte o a la desgracia.

A construir una cultura basada en el convencimiento de que tenemos que ejercer la solidaridad como un deber moral, ineludible, que supone no pasar de largo ante el dolor y la necesidad.

Y que, el “hoy por ti, mañana por mí” no es sólo un refrán, sino una alerta a la conciencia de la gran Regla de Oro que prueba nuestra humanidad: hacer con el otro lo que queremos que hagan con nosotros.

Andrés Bello fue certero al asociar la grandeza de los pueblos a la solidaridad, porque el hacer el hacer el bien nos edifica a todos.

Las naciones se elevan cuando sus familias son solidarias y participan de hacer realidad el sueño de la justicia y la paz.



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