Los que vivimos en las entrañas del mundo del béisbol podemos darnos cuenta de muchas situaciones que atraviesan los jugadores para alcanzar el éxito.

Por esa razón estoy muy alegre por el éxito que presenta en la actualidad el receptor Gary Sánchez con los Yanquis de Nueva York.

En los últimos dos juegos de las Futuras Estrellas en Cincinnati (2015) y San Diego (2016) conversé bastante con Gary, quien a pesar de la gran cotización que poseía desde que venía subiendo en las menores con lo Yanquis fue prácticamente obligado a ganarse todo lo que ha logrado. Nunca le regalaron nada, como muchas veces sucede con otros jugadores de igual o menor cotización que la de Sánchez.

A Sánchez, los Yanquis siempre le andaban buscando periquitos, entre los que sobresalen que no llamaba bien el juego, que debía mejorar los bloqueos, en fin, muchas cositas para mantenerlo en las menores.

En base a eso lo pusieron a repetir en 2014 y 2015 en doble “A”, pero el muchacho siempre mantuvo su cabeza en alto.

Recuerdo que este año, mientras estábamos en el clubhouse de San Diego, en julio pasado, Sánchez con mucha confianza en sí mismo me dijo: “Estoy listo para jugar en las Grandes Ligas, sólo es que los Yanquis me den la oportunidad”, y así lo escribí en la edición de este periódico del 13 de julio. Me alegro que hoy es un jugador histórico con 17 jonrones y 33 empujadas en apenas 42 juegos, siendo una opción real para ganar el premio de Novato del Año en la Liga Americana.