La hipérbole, exagerar desmedidamente, es una cualidad notoria de la retórica política criolla. La non-plus-ultra reciente corresponde a Julio Maríñez, veterano perredeista recién designado funcionario, quien asegura que nuestro flamante canciller Vargas Maldonado posee mejores credenciales para sus “aspiraciones gubernamentales” que los difuntos Juan Bosch o Peña Gómez.

“La capacidad y preparación del presidente del PRD es más completa que las de Bosch o Peña”, dijo. Si se refiere sólo a sus estudios como ingeniero, sus destrezas dinerarias y resiliencia ante el fracaso, sin dudas Maríñez tiene razón. Vargas Maldonado es un timacle.

Pero, y aquí la cuestión, su liderazgo político y moral no le da ni por los tobillos a don Juan ni a José Francisco. Estos supieron ganarse un lugar perdurable y entrañable en el corazón de los dominicanos, pese a sus difíciles temperamentos, díscolos impulsivos y porfiado orgullo.

Hay que saber cuántos disparates hicieron y dijeron y ni muriéndose han podido sepultar sus liderazgos. Entre Vargas y Bosch y Peña no hay comparación posible. Son de galaxias distintas.