Nuestros partidos, incluido el PLD, padecen que muchos de sus dirigentes son medularmente contrarios al capitalismo.

Ven a los empresarios con desconfianza o cuando menos recelos. Al mismo tiempo, muchos líderes empresariales no logran explicarse cómo tantos políticos entienden y aplican fórmulas de negocio para fomentar su patrimonio pero desdeñan la utilidad social de aliarse a largo plazo, no coyunturalmente, con prestigiosos y solventes grupos empresariales.

Esa actitud anti-empresarial tiene muchas manifestaciones, como por ejemplo la queja expresada ayer por Codetel porque ¡desde fines de 2014! el Ayuntamiento de Puerto Plata obstaculiza sus operaciones en ese municipio. Similares problemas enfrentan hasta compañías estatales, a las que síndicos y regidores pretenden extorsionar.

Es como si la función pública fuese consustancial al sabotaje de la actividad empresarial para facilitarla sólo cuando hay “engrase”, sea cheleo o de ligas mayores.

Aunque el Presidente Medina se empeñe en cultivar buenas relaciones con quienes invierten, montan industrias o negocios, pagan impuestos y generan empleo, esta actitud generalizada es un tortol. Sin consecuencias penales difícilmente podrá combatirse.