La declaración de loma Miranda como parque por parte del Congreso debería obligar a los accionistas de Falconbridge a preguntarse cómo es posible que una empresa tan poderosa e influyente ha sido incapaz de crear y mantener vínculos y alianzas para disfrutar de mejor imagen y aprecio público. ¿Cómo y por qué carece de dolientes?
El comunicado de esa empresa explicando sus aportes a la economía nacional luce impecable, una joya de relaciones públicas. Pero en La Vega y Bonao nadie da dos cheles por la imagen de la empresa y hasta los curas son activistas en su contra.
Al gobierno le hiede el tema… ¿Cómo llega a ocurrir un desastre comunicacional tan devastador? Uno no sabe, pero esta debacle –que no beneficia más que al ego de unos pocos genuinos ambientalistas y otros chantajistas- me recuerda que Einstein decía que hacer siempre lo mismo esperando resultados distintos es una locura. El caso encierra muchas lecciones.