¿Deportes?

¿Deportes?

¿Deportes?

Rafael Molina Morillo, director de El Día

¿Son las peleas de gallos un deporte o una salvajada? ¿Qué ejercicio hacen los dueños de gallos para ejercitarse y competir? ¿Cómo justificar que se construyan costosas galleras para alojar a los apostadores que se emborrachan mientras los pobres animalitos se matan entre si a picotazos limpios? Para colmo, la vesanía en cuestión se transmite por televisión, como si se quisiera envenenar desde pequeños a los niños que en los hogares buscan diversión en la pantalla chica.

Lo mismo puede decirse del “deporte” taurino, que enfrenta a la bestia solitaria contra una cuadrilla entrenada para matar, con torturas previas como las que les infligen los picadores, los banderilleros y finalmente el propio torero matador, quien después de realizar su “hazaña” sale en hombros del redondel, aclamado por la enardecida multitud.

Como todo lo malo se imita, tenemos en el Este de nuestro país varias caricaturas de las corridas de toros.

Otra salvajada llamada “deporte” es el boxeo, remedo de los gladiadores que en la antigua Roma se descuartizaban unos a otros solo porque así lo disponían los Cónsules.

Lamentablemente, no hay indicios de que estas peleas a puñetazos sean prohibidas algún buen día, mientras sus promotores engrosan cada vez más sus millonarias cuentas bancarias.

Otros mal llamados “deportes” que se apoyan en el sufrimiento y la matanza de indefensos animales, son -que yo sepa- las peleas entre perros y las carreras de caballos.

Y como soñar no cuesta nada, yo me consuelo pensando que tarde o temprano llegará el día en que estos anti-deportes sean solo un recuerdo de las tinieblas del pasado.



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