Complicada rendición de cuentas

Complicada rendición de cuentas

Complicada rendición de cuentas

Roberto Marcallé Abreu

Resulta probable que la “rendición de cuentas” que va a ofrecer el Ejecutivo de la nación el próximo 27 de febrero sea la más relevante y trascendente de su mandato.

La razón es elemental: el país transita por una situación sumamente delicada. Creer lo contrario es ignorar la realidad.

¿Por qué delicada? Porque de cuanto exprese el Presidente, y de lo que realmente hagan las autoridades, es muy probable que dependa el futuro de la República. No creo que exista un solo dominicano que vincule su destino al de su patria que no se sienta hondamente preocupado.

Tomo nota de algunas de mis aprensiones.

La presencia haitiana. La apabullante presencia de esta etnia en territorio dominicano ha provocado un malestar como no se recuerda en la familia dominicana.

El ánimo colectivo está crispado y al borde del desquiciamiento. La tolerancia oficial resulta del todo sorprendente, contraria a nuestra Constitución, a las leyes, a las creencias y los intereses nacionales.

Extranjeros legales e ilegales se apropian de los presupuestos de salud, de la educación, de los empleos, la agricultura, el transporte.

Las ciudades se arrabalizan, se incrementa la delincuencia y el crimen, la ocupación ilegal de terrenos, los conflictos a todos los niveles.

Cuanto ocurre parece resultado de una elaboración geopolítica antinacional por la que, de forma inconcebible, han tomado partido las autoridades.

La deuda externa. Esta ha alcanzado el 53 por ciento del Producto Nacional Bruto, cuando, al decir de los economistas, un límite mucho menor la trasforma en absolutamente impagable. Nos acercamos aceleradamente a la situación de Puerto Rico, donde el endeudamiento masivo condujo a la bancarrota del país provocando una situación de crisis incontrolable.

Corrupción, impunidad. Un escándalo sucede a otro y cada vez hay un mayor número de denuncias, pese a que las autoridades pretenden negar o minimizar las sólidas evidencias.

La percepción pública es que nunca se había registrado un nivel tan encumbrado de corrupción en el país ante un sistema judicial que ha devenido impotente para restaurar el orden con condenas ejemplares basadas en serios y consistentes expedientes judiciales.

La inseguridad pública. El país vive sobresaltado ante los asesinatos, los atracos y el desbordamiento de una delincuencia incontrolable que desconoce todo límite.

Barrios, ciudades y campos sobreviven malamente bajo el acoso de los antisociales y unas autoridades desmoralizadas cuyos esfuerzos hasta el momento han sido inútiles para controlar la inseguridad y la zozobra que acosa a los ciudadanos.

Crisis de valores y pobreza generalizada, entre muchos temas pendientes.

Las palabras del Ejecutivo, en caso de que evalúe fríamente estos temas, serán determinantes para el destino mediato e inmediato de la República Dominicana. Esperemos.



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