A favor y en contra

A favor y en contra

A favor y en contra

Llegué a pensar -iluso de mí- que con mi columna de ayer ponía fin a la discusión sobre las corridas de toros en El Seibo. Pero no. El tema apasiona a los seibanos, unos a favor y otros en contra, con alegatos tan serios que me resulta imposible dejar de publicarlos.

La senadora por esa provincia oriental, doña Ivonne Chahín Sasso, por ejemplo, me ha enviado copia del proyecto de ley que regularía la discutida actividad, en el que “queda claro que el toro no se sacrifica ni sufre daños”.

Me explica la legisladora que las corridas de toros en su provincia son una tradición que se celebra desde hace más de 500 años, por lo que ya se ha hecho parte del folklore.

Por otra parte, el profesor universitario Leonardo Grassals dice a la franca que el hecho de estresar un ser vivo hasta el cansancio, aun cuando no se le dé muerte, “sigue siendo un acto vergonzoso llamado maltrato animal”.

“Sería bueno -agrega- que los seibanos defensores de las corridas al estilo portugués investigaran un poco sobre las conclusiones a que han llegado los mataderos modernos que manejan las provisiones mundiales de ganado vacuno. En la actualidad se han creado procedimientos sofisticados de matanza, donde las reses no intuyan que van a ser sacrificadas, aunque esto fue motivado no por misericordia ante la res, sino simplemente porque el estrés que esta víctima del sacrificio genera cuando intuye su tránsito hacia el patíbulo es de tal grado que afecta la calidad de la carne para el consumo’”.

Desde luego, dado el paradigma bajo el cual se maneja actualmente la República Dominicana, también dudo mucho que todo el pueblo y todas las autoridades comprendan la magnitud del daño que provoca el estrés en los seres vivos, podría ser talvez una acción humanística muy fina para los actuales momentos de nuestra sociedad; pero usted y los dominicanos que ya estamos listos para accionar de esta forma no podemos quedar callados ante semejante tozudez.

Finalmente, el profesor Grassals hace un llamado desesperado para que, por favor, no hagamos un patrimonio nacional de tan cuestionable tradición cultural!

 



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