“Paremos Eso”

“Paremos Eso”

“Paremos Eso”

En este país contamos con unos exégetas del estado de derecho y la institucionalidad que yo, particularmente, no termino de entender.

Se han pasado la vida reclamando organismos estatales vigorosos, transparencia y respeto a la ley, pero a la hora de contrastar su prédica y  práctica uno tiene que preguntarse si estos señores pretenden tomarnos el pelo o creen que están frente a un auditorio de orates.

Siempre nos han hablado del principio de presunción de inocencia -pero sólo cuando sus intereses están en juego- y apelan al argumento de la autoridad de la cosa irrevocablemente juzgada si el rancho arde en su terreno, afectando a allegados, familiares,  clientela o a ellos mismos.

Fuera del ámbito de su antología de preferencias y particularidades, los apologetas del desarrollo institucional se ponen  otro sombrero para convertirse en oficiantes del juicio sumario, del fusilamiento moral, del asesinato a mansalva de reputaciones, en medio de un carnaval que asume el rumor como verdad irrefutable.

Los mismos que defienden los bloques de leyes garantistas y pregonan el encarcelamiento como excepción son quienes al parecer guardan en el subconsciente un apego al método totalitario del trujillato y el balaguerato de enviar gente directamente ¨a la chirola¨ sin hacer escalas en los canales institucionales.

Un mensaje con tinte de pasquín y de foro público, firmado por un ¨yo¨ colectivo y difuso, me ha llevado a estas reflexiones.

La médula del discurso es iconográfica, pues presenta a una serie de funcionarios públicos tras los barrotes de una cárcel con sus respectivos perfiles corruptos.

Es decir, ya están juzgados y condenados sin derecho a la defensa. No declaro inocentes ni culpables a los protagonistas del denominado Album del Rumor Público.

   ¨Paren Eso¨, la expresión mutada de una ola cuyo presidiario favorito es Leonel Fernández, tiene gente con capacidad de armar expedientes responsables con constitución en parte civil y someter formalmente a la justicia a los corruptos. ¿Por qué no lo hacen?

Son muy cómodos. Hasta el nombre los delata:¨Paren Eso¨ y no ¨Paremos Eso¨, como si la corrupción fuese en este país nada más un problema de terceros.



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