
Las agencias especializadas del sistema de las Naciones Unidas han hecho públicas sus evaluaciones más recientes sobre el avance de República Dominicana en materia de desarrollo sostenible.
Y lo que dicen, con base en indicadores medibles y comparables, es que nuestro país está a punto de eliminar el hambre y de reducir la pobreza extrema a su mínima expresión. También reconocen avances sostenidos en múltiples áreas vinculadas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Para un país que históricamente ha estado bordeando la miseria estas afirmaciones deben hacer repicar las campanas.
La FAO ha elogiado expresamente que República Dominicana se acerca a la erradicación del hambre, mientras que el Programa Mundial de Alimentos (PMA) destaca los progresos en seguridad alimentaria.
Naturalmente, no todo es avance. Tenemos retos y retrocesos evidentes. Pero esas deficiencias no anulan los logros, ni deben ser excusa para ignorarlos.
Paradójicamente, hay sectores internos que reciben estos anuncios con molestia o desdén. Para ellos, admitir avances equivale a quedarse sin argumentos.
Lo que las agencias internacionales están diciendo sobre República Dominicana no es un acto de cortesía diplomática, sino el resultado de mediciones estandarizadas que colocan al país en una trayectoria ascendente por encima del promedio regional.
Por eso es legítimo y necesario ver el país como lo ven los demás, sin dejar de trabajar con la misma determinación de quienes solo ven las tareas pendientes.