El Gobierno dominicano ha logrado que la comunidad internacional vuelva sus ojos hacia Haití luego de largo tiempo en que intentaba hacerse la indiferente.

El tema ha sido llevado al Consejo de Seguridad de una Organización de las Naciones Unidas que tiene gran parte de la responsabilidad de cuanto hoy ocurre en Haití.

China ha puesto varios dedos sobre la llaga en esta situación, pues planteó la necesidad de tomar medidas para evitar que las pandillas sigan obteniendo armas (casi todas procedentes de Estados Unidos) y que se sancione a los jefes de las bandas para evitar su expansión.

Mientras esto ocurre, en Haití se expanden las protestas, las pandillas fortalecen su control del territorio, se apoderan del movimiento de combustible, imponen el terror en las calles y quienes ocupan funciones gubernamentales carecen de cualquier tipo de autoridad.

República Dominicana ha logrado algo que los haitianos no podrían hacer por sí solos: llamar la atención nuevamente de la comunidad internacional para que salga en su auxilio.

La misma ONU, que intervino por 14 años a Haití y que lo dejó peor que cuando instaló sus fuerzas militares, tiene la oportunidad de salir en auxilio de ese país, pero teniendo en cuenta que para lograrlo no puede perjudicar a una República Dominicana que hasta ahora ha sido la que ha sacado la cara con más determinación en reclamo de atenciones para Haití y que además ha llevado una pesada carga sobre sus hombros.

La solución a la situación haitiana implica asistencia económica, institucional y militar, pero con la integración de los haitianos.
Ya la crisis de ese país ha llegado a un punto en que los haitianos por sí solos no pueden.