La consagración que hizo la Organización de las Naciones Unidas para que un día como hoy se denomine “Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama” ya traspasó las fronteras y se convirtió en una inmensa y fuerte cadena de ayuda humanitaria y de solidaridad sin precedentes.
Desde entonces los esfuerzos para frenar este flagelo cuentan con una atención de 24 horas. En todo el mundo hay campañas, los organismos internacionales, las organizaciones multinacionales sin fines de lucro, los Estados, los gobiernos, los diversos organismos, hospitales especializados y cada una de las pacientes y familiares se incorporan a diario para ensanchar el cinturón de solidaridad y combate en el camino de la prevención, la detección temprana y el logro de una mejor calidad de vida para las pacientes en condiciones muy vulnerables.
Hay males humanos, agobios y enfermedades catastróficas que, independientemente de esa naturaleza, animan a la alegría, a la solidaridad, a la búsqueda colectiva de soluciones para frenar la tristeza y que las mujeres afectadas —sin importar la edad o condición económica— puedan seguir el ritmo y los avatares de su vida cotidiana con normalidad.
Son males que afectan a cientos de miles de seres humanos, desde el más apartado lugar del planeta. Eso, naturalmente, incluye a mujeres que nacen en República Dominicana, y que en familia, por ese vínculo común, viven y comparten sonrisas y cálidos abrazos que, conjuntamente con la medicina, ayudan a la mejoría emocional de las afectadas.
Indudablemente, que el “Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama” necesita más. Demanda y reclama más sensibilidad, más apoyo, más hospitales comprometidos con un servicio total; y así, más camas y redoblar los recursos. Sin olvidar una mayor cantidad de médicos especialistas, dedicados con desbordada sensibilidad.
