Sánchez cierra su gira abriendo la puerta a un reconocimiento de Palestina

Sánchez cierra su gira abriendo la puerta a un reconocimiento unilateral de Palestina

Sánchez cierra su gira abriendo la puerta a un reconocimiento unilateral de Palestina

Pedro Sánchez, se reunió con el líder de la autoridad palestina, Mahmud Abbas.

Paso de Rafah (Egipto).- El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, cerró la gira que le ha llevado a Israel, Palestina y Egipto abriendo la puerta a que España pueda reconocer unilateralmente el estado palestino si la comunidad internacional no toma decisiones conjuntas en esa dirección.

Sánchez había venido defendiendo antes de esta gira y ante todos los interlocutores con los que se ha entrevistado en ella que la única vía para solucionar el conflicto entre Israel y Palestina es la coexistencia de dos estados.

A ello había dicho que se iba a dedicar en sus contactos con otros líderes y defendiendo que la comunidad internacional y en concreto la Unión Europea deberían trabajar de forma coordinada para hacer de conjuntamente ese reconocimiento.

Cuando se le había preguntado hasta ahora si España se plantea un reconocimiento unilateral, había insistido en la necesidad de ese trabajo conjunto.

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Pero este viernes fue un paso más allá y sugirió que si no hay avances multilaterales, España podría actuar en solitario.

Lo hizo en el paso de Rafah, fronterizo entre Gaza y Egipto, y que visitó como final de su gira junto al primer ministro belga, Alexander de Croo.

 

«Llegó el momento»

Una visita poco antes de que por ese paso sean liberados un grupo de rehenes israelíes en manos de Hamás desde el ataque terrorista del pasado 7 de octubre.

A escasos metros de la puerta por la que se prevé que se haga efectiva esa liberación tras el alto el fuego temporal acordado, Sánchez dio algunas pistas sobre sus planes.

«Ha llegado el momento de que la comunidad internacional y especialmente los países europeos, tomen una decisión sobre el reconocimiento del estado palestino», recalcó.

Y fue a continuación cuando señaló que merecería la pena trabajar juntos por ello, «pero si eso no ocurre -apostilló- España, por supuesto, tomará sus propias decisiones».

Desde Rafah, Sánchez se trasladó al aeropuerto de El Arish para emprender viaje de regreso a España, y lo hace con la sensación de que la lógica de guerra de las autoridades israelíes no facilita una resolución en breve.

Hay alguna señal para la esperanza como la primera tregua desde los ataques terroristas del pasado 7 de octubre y que tiene como uno de sus logros más visibles esa liberación de un grupo de mujeres y niños que estaban en manos de Hamás.

Sánchez lo aplaude, pero reclama que la tregua sea duradera para permitir la entrada de ayuda humanitaria en Gaza y para que todas las personas cautivas regresen a sus hogares.

 

El lenguaje de Netanyahu

Pero por sus palabras y por lo que ha percibido durante este viaje, no es optimista ante la posibilidad de que haya una solución inmediata que ponga fin al conflicto.

Un elemento central para llegar a esa conclusión es la actitud que vio en el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, con quien se entrevistó en Jerusalén.

No cree que la posición española de rotunda condena de los ataques de Hamás, pero a la vez de proporcionalidad en la respuesta de Israel, de respeto al derecho internacional y de evitar masacres en el pueblo palestino deba molestar a Netanyahu con el argumento de que los países amigos se dicen las verdades a la cara.

Pero sí ha comprobado en el primer ministro israelí lo que considera, según comentó en una conversación informal a los periodistas que siguen su periplo, una lógica de guerra tanto en su lenguaje como en sus objetivos que aleja las esperanzas de volver a la situación previa al 7 de octubre

Netanyahu invitó en la reunión con Sánchez a que se pusiera en su lugar si atacaran con cohetes ciudades como Madrid o Barcelona, y aunque considera el presidente del Gobierno que son recursos dialécticos, entiende que Israel no olvide el ataque de Hamás.

No habla de pesimismo, pero deja entrever que el camino que queda por recorrer para una solución definitiva es muy complicado al responder ante la pregunta de si es más optimista o pesimista para ello tras sus conversaciones de estos días que ni una cosa ni otra: «soy realista».



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