¡Qué siga el sorteo!

¡Qué siga el sorteo!

¡Qué siga el sorteo!

Desde los tiempos de Jim Tyrone, quien vino para el Escogido y el Licey entre 1971 y 1972, conocí que un importado no podía jugar con dos equipos en la misma temporada.

Eso evita suspicacias sobre la posibilidad de que un jugador entre en componenda y contribuya a la descalificación de su equipo para jugar con otro que le hizo mejor oferta.  

El amiguito Freddy Ortiz Pujols, nuevo director de prensa de la Liga, me hizo llegar una nota en la que informa que este año también los importados serán sorteados en la serie final.

Mediante el sistema de draft es más difícil que un jugador acepte oferta de otro equipo, pero sí podría especular sobre su participación en la final de dos equipos de mercado grande.

Sucede que un jugador viene a jugar para un equipo y tras ser descalificado en la serie regular es seleccionado en el Round Robin por otro, en la final también es escogido y, de ñapa, podría ir a la Serie del Caribe con un cuarto club. Quiere decir que habría jugado en el 67 por ciento de los equipos de una liga conformada por seis.

Claro, todo tiene una justificación, quizás económica, pero antiética y antideportiva. Imagínense que David Ortiz juegue con Boston en la regular, con los Yanquis en la divisional, con Tampa en la de campeonato y con Texas en la Serie Mundial. Exagerado y ¡peligroso! Me luce que con el de draft de nativos era suficiente para dislates. ¡Qué siga el sorteo!



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